En estos días de ¨reclusión ¨, recibí un amable WhatsApp de parte del amigo fraterno de larga data el Sr. Luis Rafael Navarro (Kiklan) desde El Salvador donde reside. Es un programa de televisión con el Dr. Daniel López Rosetti un eminente psiquiatra argentino y esto me ha motivado a «conversar» con mis amables lectores. Sobre cómo está el ánimo hoy día de toda la humanidad, ante esta triste realidad de una pandemia que nos arropa de manera universal. El, inicia señalando que si el estrés doloroso es igual a sufrimiento, lo contrario se llamaría felicidad.
Sabemos, que si en tiempos normales el 30% de las pérdidas de la productividad en todo el mundo se debe a enfermedades psiquiátricas como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia, todas ellas agravadas por el estrés crónico. En los países desarrollados dicha proporción asciende a un 40 %, enfatizando que estas estadísticas son en tiempos normales. Imaginémonos hoy, que la humanidad está sometida a esta tarascada viral y estamos inmersos todos en niveles tóxicos de estrés, ¿Cuáles serían hoy los resultados si valoramos un adecuado rendimiento? Uno de los retos médicos y sociales luego de esta pandemia será el tratar de determinar por qué las personas responden de manera tan dispar a las experiencias estresantes como esta que al momento estamos viviendo y que resulta desafiante aun para los cerebros muy equilibrados.
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Ante la pregunta de si existe la felicidad, utópicamente un montón de gente va a decir que no. Pero la realidad es que la felicidad existe y se mide. Es lo que se llama medicamente “Bienestar Subjetivo Percibido” y se evalúa en el mundo entero. Cada persona tiene distintas condiciones de bienestar de acuerdo a su calidad de vida, no a su nivel de vida. Nivel de vida, es si tienes un millón de dólares (narcos, etc., etc.). Calidad de vida es si disfrutas lo que tienes. Nivel de vida, es una posesión o decir cosas materiales; pero la calidad de vida, es una diferencia entre las expectativas que uno tiene sobre determinadas variables, lo que uno desea en la vida y nuestra realidad vivencial. Si la diferencia entre nuestra realidad vivencial y lo que aspiramos es muy alta, esto determina entonces una baja calidad de vida. Calidad de vida, es cuando uno está contento con nuestra propia realidad vivencial. Es la conversión de la realidad a través del esfuerzo personal. No es ganarte la Loto, es la combinación de un sí y un no, es un sí a través de nuestro trabajo con esfuerzo propio. Si esto sucede la diferencia entre la realidad vivencial y lo que aspiramos, disminuye la brecha y seremos entonces más felices.
Existen cuestionarios que aplican psicólogos y psiquiatras para medir estos parámetros de felicidad, los que aplicaremos cuando pasen estos días de severo estrés, angustias vivenciales secundarias a esta sacudida viral de muerte y desolación. La confirmación de que el estrés participa de forma protagónica en la producción de enfermedades degenerativas del cerebro es relativamente nuevo, es decir que los casos de adicciones, depresión, Alzheimer, ACV y Parkinson aumentarán de manera importante luego de la pandemia, al someter al paciente de la tercera edad a estos niveles de estrés que estamos viviendo. Y ni hablar del aumento de las condiciones psicológicas y psiquiátricas.
Creo que estoy haciendo un ejercicio de temeridad al hablar de felicidad en estas circunstancias tan adversas en las que estamos inmersos. De eso se trata, intentemos lograrla aun en estas desfavorables realidades. Sigamos ¨´conversando¨¨, sobre ella, si hablamos de felicidad en vez de placer, algunos estudios cerebrales demuestran que el cuerpo o (núcleo) estriado, tiene que estar activado para que esa felicidad sea duradera. Otros señalan que es la corteza frontal izquierda la que se excita cuando sentimos felicidad. Un tercer estudio plantea, que la mayor actividad al ser feliz se realiza en el precúneo derecho llamado ¨¨el ojo de la mente¨¨, en el territorio del lóbulo parietal. Muchos son los trabajos de investigación para determinar cuál es el área del cerebro donde se produce la felicidad. Por lo que si debemos luchar es por la felicidad nuestra en cualquier instante y circunstancia en que nos encontremos, aun en las desfavorables vivencias de esta pandemia, luchemos por ser felices.