Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas». Antonio Gramsci.
Al volver a leer el artículo que fue publicado la semana pasada sentí que estaba un poco pesimista y desalentada. No lo niego, a veces, al analizar esta realidad nuestra que nos circunda me aplasta, me lastima y me hiere en lo más profundo de mi alma. Me pregunté ¿Será que la niña que llevaba dentro sucumbió ante las experiencias que con lleva haber vivido más de 10 décadas? ¿Será que ya perdí la esperanza de un mejor país y ya no tengo fuerzas para reclamar? ¿Será que ya no soy la mujer combativa de antes? ¿Será que me acomodé a mi vida tranquila y ya no quiero afanes más allá de mis deberes?
Me atormenté un poco con mis preocupaciones, pero sobre todo por mi propia introspección, y cuestionamiento a mis sentimientos. Y mientras pensaba y pensaba, recordé la famosa y maravillosa frase del intelectual y líder político Antonio Gramsci: “El optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón”. Entonces me tranquilicé. Y me dije: Si quiero cambios en mi país, debo ser crítica. Y me dije, y volví a tranquilizarme: Mu-Kien, si has pasado tu vida en las aulas, que eres maestra es porque estás más que convencida de que la educación es la forma más viable y factible de crear una nueva generación de jóvenes que asuman sus propios destinos.
El haber constatado que el sistema educativo dominicano, aunque logramos la demanda del 4% del presupuesto, los resultados no han sido los esperados. Hay problemas conceptuales, por ejemplo, y así lo he dicho y escrito en muchas oportunidades, el diseño del currículo ha secuestrado la historia, olvidando el planteamiento del pensamiento complejo que plantea que la base para enseñar las ciencias sociales debe partir de la historia. Hay problemas logísticos, pues se inició y extendió la llamada tanda extendida sin un diseño definido y con un personal docente que no tiene la formación necesaria para poder cumplir un horario más amplio. Y no hablemos de las construcciones escolares que no cuentan con la calidad esperada ni tienen las condiciones físicas para el programa de tandas extendidas. Los desafíos para mejorar la educación dominicana son muchos. Lo que se ha hecho no es suficiente.
De mis 48 años en el mundo de la educación, 30 han estado vinculados al sector universitario. Y retomando este tema, vuelvo a mi estancia maravillosa en Madrid, de hecho, volveré en otras oportunidades. Nuestras universidades están a años luces para estar a la altura de las demandas del mundo de hoy. Nos hemos dedicado solo a una de las tres funciones: la docencia. Pero me pregunto ¿es de calidad? ¿está a la altura del siglo XXI? No. Claro que no. Priman en nuestras universidades los profesores de contratos puntuales, que corren de una universidad a otra a repetir sus conocimientos. Es cierto y no lo voy a negar, que desde hace unos años algunas instituciones están tratando de revertir la tendencia, contratando profesores de tiempo completo, pero siguen siendo minoritarios. La investigación, una de las funciones más importantes, repito y repetiré siempre, siempre, siempre: ha sido la gran cenicienta del sistema educativo dominicano. Pero, ¿les digo algo? voy a luchar hasta que no pueda más, hasta que mi voz se agote, lucharé por obligar a importantizar la creación de programas investigativos que involucren a los profesores.
Y regreso a Madrid. Mientras compartía con los colegas en mi estancia del mes de junio, y conversaba con los profesores que están dedicados a la docencia y la investigación, me provocó envidia.