En su interpretación de La Tirana y Puro Teatro, La Lupe le imprime un estilo tan peculiar, que, como lo explica Diego A. Manrique: se venden como antídotos para abrir y cerrar heridas en corazones accidentados y con despecho, alimentando los escenarios de relaciones amorosas con su inigualable estilo interpretativo, que es, a su vez, la representación del mundo marginal en el que vivió proclamándose su reina¨.
Ese estilo de la Lupe, cargado de un aire agresivo, atrevido y ufano, le proporcionó notoriedad ante el público latino por su manera de encarar el bolero en un contexto que refleja la influencia de una música latina cada vez más alejada de los formalismos de salón imperante en los años 50s, en Nueva York.
Ese canto arrabalero, más propio del barrio que de un salón de baile, fue un fenómeno que penetró entre sus fieles seguidores, transformando sus penas y desgracias en celebraciones al desamor.
En ese orden, se destaca el talento de Tite para compenetrar el tema con el intérprete, imprimiéndole el sentimiento y el sabor que podría dejarnos esa composición en la boca de cada uno de nosotros.
Sin apartarnos de analizar el estilo y el sentir con el que selló La Lupe las composiciones de Tite, el presente artículo consiste en un estudio sociológico sobre la significación y el sentido que posee el discurso intrínseco en la canción La tirana, el cual aborda aspectos relacionados a la pérdida de legitimidad y las estrategias que utilizan los actores sociales en los conflictos de pareja.
La Tirana
El bolero La Tirana comienza por entonar una instrumentalización musical de pasividad, que como la actividad, son calificadas por Freud como modalidades de la vida pulsional.
En ese orden, la melodía que se desprende de esta canción nos sitúa en un momento de conflicto de la relación de pareja muy cercano a la ruptura, donde la negación de la realidad hace que el actor que la sufre se confunda y no tenga bien en claro la significación de los hechos producidos, por lo que, en razón del estado de conmoción, dispone de muy poca capacidad de discernimiento para entender y asimilar rápidamente la situación por la que atraviesa en un plano psíquico.
Ante el estado de incredulidad por el que pasa el actor social en los primeros momentos de la ruptura, producto de las contradicciones mismas que sufre ante la nueva realidad, encontramos focalizados los elementos que explican el sentir y el sentido que posee el discurso contenido en La Tirana. Esto, a su vez, marca la pauta en el arreglo musical de la canción que arranca diciendo:
Según tu punto de vista,
yo soy la mala,
vampiresa en tu novela
la gran tirana.
Tal como nos dice Ferdinand Saussure el punto de vista crea el objeto. El objeto en esta composición musical está determinado por la posición que ocupan los actores dentro del espacio social en el campo (amoroso) y las circunstancias que estamos analizando.
En sociología, un espacio social es un sistema de posiciones sociales que se definen las unas con relación a las otras. Así como no hay ricos sin pobres, victimarios sin víctimas tampoco puede haber buenos sin malos.
En lo que se refiere a nuestro caso, los actores se colocan según la posición que ocupan en el conflicto ya que en la vida toda práctica individual o colectiva está orientada con relación a valores sociales establecidos (sean estos positivos o negativos) que forman parte de una pareja de oposiciones.
En ese sentido, hablar de vampiresa o de tirana, es una operación de categorización que el mundo social produce estigmatizando a las personas, construyendo y definiendo un objeto.
Siguiendo los enunciados formulados por Marx respecto a la construcción del objeto, tenemos que: la totalidad concreta, como totalidad del pensamiento y de la concepción es, in fact, un producto del pensamiento y de la concepción [ ] El sujeto real mantiene, antes como después, su autonomía fuera de la mente.
Dicha concepción sobre la construcción del objeto, nos permite entender el siguiente fragmento de la canción:
Cada cual en este mundo,
cuenta el cuento a su manera,
y lo hace ver de otro modo
en la mente de cualquiera.
En ese orden, el sujeto como tal, se mantiene al margen de los comentarios, no así el valor de su posición que se mide por la distancia social o moral que la separa de otras posiciones.
Esto nos recuerda lo expresado por Pierre Bourdieu quién respecto a la verdad nos decía que la misma era objeto de un entre-juego de luchas¨.
De esta batalla que se está produciendo, se entiende el esfuerzo desplegado por el contrario de la intérprete, en presentar una visión de la realidad que se ajuste con lo que son sus intereses.
En el interés de alcanzar o mantener cierta legitimidad dentro del espacio social, el actor en cuestión, utiliza recursos y métodos, capaces de producir hechos sociales como los que describe la canción:
Desencadenas en mí,
venosos comentarios
después de hacerme sufrir
el peor de los calvarios.
Este hecho que (en esta estrofa) define las posiciones sociales (víctima/victimario), se asemeja al accionar desplegado en materia de discurso por algunos grupos políticos (como la extrema derecha francesa o aquí en Dominicana) que se hacen pasar por ante la opinión pública como víctimas de los inmigrantes, mientras que en la práctica quienes están confrontados a los abusos, la explotación, la opresión y la degradación del orden social y político establecido, son los inmigrantes.
Un detalle importante del grado de relación que había desarrollado la pareja en cuestión, la encontramos en el verso que dice:
la que te llegó hasta el alma,
Esto muestra la profundidad que alcanzan este tipo de conflictos, pues el problema en las relaciones de pareja es que los hechos y las palabras se mezclan con los sentimientos, llevándose al plano afectivo todo lo que está de por medio.
A lo largo de la canción, se aprecia que en ningún momento la intérprete cuestiona a su adversario ni se muestra recriminatoria, aunque en su voz se sienta la amargura.
Esto se explica, porque en los momentos cercanos a la ruptura (sobre todo cuando no se conocen a profundidad los detalles que la provocaron) los actores sociales prefieren adoptar una actitud reflexiva más que agresiva, acudiendo en algunos casos a justificar o a encontrar dentro de sí, las causas que pudieron haber provocado la separación.
De allí que la reacción de la interprete sea un efecto directo de las acciones llevadas a cabo por su adversario quién en su empeño de evadir la realidad de los hechos, empuja y busca trasladar a su víctima sus propias responsabilidades y culpa.
Por medio de este accionar se neutraliza (en cierta medida) a las víctimas, a pesar de que los hechos existan y la pérdida de legitimidad se produzca como resultado del rompimiento de la credibilidad y del consenso, necesario para mantener una justa relación de pareja.
En ese sentido, al resquebrajarse la ilusión en torno a la relación de pareja y por las dificultades mismas que encuentra la persona para enfrentarse a su oponente (antiguo confidente), se pasa por un momento en que los hechos en sí adquieren poca importancia, por lo que llegamos a escuchar:
Para mí es indiferente, lo que sigas comentando,
Esta indiferencia, que no es al adversario sino a sus argumentos, se ve reforzada por la opinión de la gente, cuyo ¨sentido común¨ guía el enfoque de los hechos al plano moral destacando la victoria de la mujer que interpreta la Lupe.
Si dice la misma gente, que el día en que te dejé, yo fui quién salió ganando.
Zoom
De Ledesma a la Lupe
Catalino Curet Alonso, mejor conocido como Tite Curet, entró a la historia de los grandes compositores de la música caribeña al componer el bolero El Gran tirano, escrito originalmente para Roberto Ledesma, quien finalmente no llegó a grabarlo, por lo que la composición terminó siendo adaptada a la voz de una mujer tan controversial como irreverente, la inigualable Guadalupe Victoria Yoli Raymond La Lupe, cuyo estilo de interpretación, desgarrador y vengativo, es considerado como una prolongación de su personalidad por lo que se ganó la fama de ser La reina del desamor.