Después de hacer todos los intentos para desconocer la victoria de Ignacio Lula Da Silva, Jair Bolsonaro no tuvo la cortesía de asistir a la pomposa juramentación del histórico estadista brasileño.
Bolsonaro con su actuación demuestra que es un político vil, sedicioso, y un peligro para la democracia del hoy reivindicado país, que afortunadamente regresa al mundo de las relaciones exteriores gracias a la vuelta al poder de Lula.
Ojalá que el despreciado presidente recién destituido reciba el castigo de las autoridades judiciales brasileñas para que se le inhabilite de por vida, lo que sería una gran conquista para la democracia y la estabilidad de ese gigante dormido que de seguro despertará de nuevo bajo la conducción de Lula Da Silva.