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A Pepe Ega, mi amigo desde siete décadas.
En esta ocasión nos enfocaremos en seguir estudiando el comportamiento de gobierno Jair Bolsonaro.
Desde el inicio, Bolsonaro y su entorno se muestran un tanto inestables. En primer lugar, ha habido sospechas de corrupción, a partir de las cuales se vio obligado a despedir a uno de sus asesores principales. En segundo lugar, estuvo hospitalizado por más de quince días como consecuencia de un atentado que hubo en contra de su persona durante su campaña, del que salió herido con un puñal en el abdomen. También se ha hablado de que uno de sus hijos tiene mucha influencia sobre las decisiones que toma su padre.
Ahora bien, esto le ha impedido implementar las principales medidas que desea llevar a cabo su gobierno. Uno de los temas que están en el tapete es la propuesta de suspender todas las nuevas demarcaciones de las tierras indígenas. Esto podría afectar, de manera importante, los derechos de los indígenas y su vida futura.
Por otro lado, Bolsonaro plantea una modificación del sistema educativo. Si bien Brasil tiene grandes problemas de analfabetismo y de estructura educativa, la propuesta de Bolsonaro se enfoca, básicamente, en modificar el currículo para excluir temas específicos como el género y la sexualidad e incluir nuevas asignaturas que estén basadas en temas morales y cívicos.
Asimismo, propone, en el aspecto económico, un importante recorte del gasto público a través del aumento de la edad de retiro y la privatización de las empresas. Desea también hacer reformas que aumenten la seguridad pública en el país. En este ámbito, sus propuestas han sido bastante cuestionadas, pues plantea, entre otras cosas, el ya propuesto decreto que flexibiliza el permiso de posesión de armas para todos los ciudadanos. Aunque la mayoría de la población está de acuerdo con esta medida, es de entenderse que podría generar una ola mayor de violencia en el mediano y largo plazo.
Como indicamos en el artículo anterior, estas propuestas ya están colocadas en el Congreso, esperando hacerlas realidad. No es de sorprender que estas medidas tengan tantos adeptos como críticos.
Bolsonaro se ha visto envuelto en algunas polémicas. Una de ellas se desató porque homenajeó al exgobernante de Paraguay, Alfredo Stroessner, considerado líder autoritario y mano de hierro por décadas. Además, tiene otros asuntos más delicados por resolver: el aumento del desempleo, la pobreza, el hacinamiento y la deficiencia de las estructuras educativas.
Mientras tanto, se ha visto su popularidad decaer de manera importante. La consultora XP realizó una encuesta que indica que la población brasileña que se encuentra en estado pesimista con respecto al futuro, pasó de ser 15% en enero a 31% en mayo de 2019.
No podemos olvidar que Brasil se encuentra ahora en medio de un estancamiento económico. Hablamos de un crecimiento del Producto Interno Bruto que no superó el 1.5% en 2017 ni 2018. A esto se suma un entorno de gran incertidumbre. Es por esto que cualquier medida o cambio que se haga podría verse ralentizado.
De todas formas, Brasil tiene un gran potencial para crecer y para mejorar su situación. La esperanza que se tiene deberá ir de la mano con grandes esfuerzos tanto por parte del nuevo gobierno como de la misma población. Inclusive, el entorno internacional también deberá poner su granito de arena para que Brasil pueda volver a tener un crecimiento económico que pueda ser percibido por la población en general y que, además, se traduzca en bienestar y seguridad social.
Finalmente, serán primordiales las inversiones en programas sociales, infraestructura, educación, investigación, desarrollo y tecnología. Pero lo más sustancial será la necesidad de lograr una cohesión política y social, no solo internamente en Brasil, sino en todo el mundo.