En Macorís queda un mural del recién fenecido Adolfo Nadal Walcot
Han pasado 60 años luego del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina. Que un presidente de la República se interese por los museos, entendiendo su trascendencia y valor, digno es de encomio y al hacerlo, observemos que es algo tan raro, pero muy raro.
Esa fuerza y entusiasmo que imprime el ejecutivo a estas ideas, crean un talante apreciable del incumbente actual del Palacio Nacional, se recuerda muy bien que otros gastaban su tiempo en lo insaciable y el dispendio, boato multiplicado entre familiares voraces y amigos nunca conformes, con el regalo presidencial de turno.
Contrario a la sentencia de Tomasi di Lampedusa en El Gato Pardo («Que todo cambie para que todo siga igual «), al parecer las intenciones en relación con la instauración de nuevos museos son válidas y acertadas a excepción del Museo Juan Bosch, donde habrá que despejar incógnitas familiares, en búsqueda de una equidad de ganancias que favorezca a femeninas y luego a masculinos, alguien debía decirlo, no importa el diluvio…
Estoy encantado con estas iniciativas y creo que mucha timidez ha existido para promoverlas, demasiado, habrá la necesidad urgente de que Quinta Dominica & Papeles del Trópico auspicien el debate sobre este tema, para que se divulgue qué se hace, dónde y por qué se necesitan museos.
Sin embargo, me preocupa la ruta de los murales muertos, a lo largo y ancho del país…
La gravedad de ese muralicidio nacional, si vale el término, debe llamar la atención no solo al Ministerio de Cultura, creo que a la Presidencia también: porque será necesario con urgencia decretar algo práctico, enérgico y efectivo, que proteja los murales, que han sobrevivido a la voracidad destructora ante el arte, que da vida a paredes mustias…
En San Pedro de Macorís, para solo citar un caso de actualidad, queda un mural del recién fenecido Adolfo Nadal Walcot, situado frente al muelle de San Pedro detrás del depósito de azúcar. ¿Lo preservarán como un bien cultural único, los responsables culturales municipales de esa bella provincia? No lo sé…
Si queremos Museos y muchos, me parece genial, pero ese ardor y entusiasmo, encantador en materia patrimonial, debe estar acompañado de este vector: rescatar y proteger Murales, una cosa complementa la otra y toda la acción de construir museos.
Lamento no tener espacio para profundizar más, y que arte público y museos se mezclen, pero algo hay que proponer.
Angel Haché (+) fue víctima de lo que aquí describo, con su desaparecido mural de la Universidad Utesa, recinto Santo Domingo. La lista es larga.
Señor Presidente, completemos la acción, demos vida a la triste ruta de los murales muertos.
Que 60 años luego del ajusticiamiento de Trujillo, el Palacio sirva para pensar en museos o rescatar murales, es ganar, ganar en tiempos borrosos. Gracias.
Presidente, completemos la acción, demos vida a la triste ruta de los murales muertos