Porque tú, señor Jehová, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. Salmos 71: 5
Dios permite diferentes etapas en nuestras vidas para que disfrutemos cada una de ellas agradando al Señor en todo. Estas etapas son importantes porque nos hacen disfrutar y gozar de lo que él nos brinda.
La inocencia de la niñez y la belleza de la adolescencia, cada una de ellas marca nuestras vidas, y lo que hagamos determinará lo que seremos en Cristo.
La niñez está supervisada por los padres, los cuales tienen la obligación que cuidar a sus hijos para que nada les pase. La adolescencia es más difícil, porque en esta etapa quieren ser independientes y ya no se llevan en todo de lo que sus padres les dicen.
Como padres, no apartemos nuestros ojos de ellos. Permanezcamos exhortándolos a que se cuiden y no se dejen influenciar por amigos o por los bombardeos que a diario reciben para que pierdan su galardón delante de Dios. Así, pueden mantener su corazón limpio buscando la justicia, la fe, el amor y la paz, las cuales son columnas inquebrantables ante los desafíos de la juventud.