México.- Los tiburones, esos animales estigmatizados por las películas y señalados entre los más peligrosos del reino marino, concilian las distintas facetas del buzo mexicano Gerardo del Villar.
Además de esa actividad, Del Villar también se desempeña como fotógrafo subacuático, expedicionario, conferencista; pero sobre todo es un adicto a la adrenalina, la cual activa al nadar muy cerca de los escualos.
A Del Villar, el amor por los animales le viene desde su niñez en el rancho de su padre en Tulancingo, estado de Hidalgo, y cuando cumplió 14 años conoció a un grupo de forcados, mozos que esperan a pie firme en el ruedo a los toros y los sujetan hasta inmovilizarlos.
“Como me gustaba mucho sentir la adrenalina comencé a practicar diferentes deportes, pero ninguno me llenaba, no me sentía satisfecho, hasta que una vez buceando pude ver de cerca un tiburón y fue amor a primera vista; ahí nació mi pasión”, explicó a Efe.
No tenía intenciones de convertirse en fotógrafo subacuático, pero en la Isla de Guadalupe, frente a las costas del estado de Baja California, pudo observar de cerca un tiburón blanco y en ese momento logró sus primeras placas.
Los tiburones, según su experiencia, “no son tan agresivos, lo que sucede es que están estigmatizados por películas y programas de televisión; los han etiquetado como animales asesinos».
Esa idea lo llevó a realizar el documental “Tiburones de México. El santuario del mundo”, en que trabajó desde septiembre de 2011 hasta mayo de 2014, para intentar mostrar realidades como que en las aguas marinas mexicanas habitan 104 especies de tiburones de las casi 500 que existen.
El segundo objetivo fue dar a conocer la biodiversidad de México, “la cual poca gente conoce”, y el tercero conocer el momento actual que viven estos animales en cuanto la caza y descenso de su población a nivel mundial.
Gracias a sus expediciones, descubrió que isla de Guadalupe, a unos 900 kilómetros de las costas bajacalifornianas en el Pacífico mexicano, “es el mejor lugar del mundo para observar tiburones blancos».
“Nadie sabe de las riquezas que tenemos en los mares mexicanos” y puso como ejemplo las aguas de las islas de Holbox, Contoy y Mujeres, las cuales “tienen la mayor cantidad de tiburones ballena a nivel mundial” con más de 800 animales registrados, aunque se dice hay más de 1.300. Contó que en Playa del Carmen, Quintana Roo, se pueden observar tiburones toro y en las Islas Revillagigedo, Colima, en una sola inmersión se pueden encontrar hasta siete especies de tiburones.
Sobre su faceta de fotógrafo dio que es “si afuera del agua es complicado hacer una sesión fotográfica, bajo el agua es el doble de difícil”, aunque en ahí donde se siente “más cómodo” debido a la sensación de ingravidez y libertad.
Del Villar práctica el buceo desde hace más de dos décadas, hace una década que realiza fotografía subacuática y casi ocho “dedicado a seguir y trabajar con los tiburones».
El documental, que ha sido proyectado en distintas instituciones educativas, tuvo su estreno formal el 29 de octubre en la Ciudad de México. Además ha logrado distinciones en el Blue Ocean Film Festival, en que fue finalista en la categoría de película en lengua extranjera en 2014 además de obtener mención honorífica en la de exploración y aventura.
También fue finalista en la selección oficial del Barcelona Underwater Film Festival 2014 y obtuvo el premio especial en el Wildlife Vaasa Film Festival de Finlandia.