“Cuando Caamaño pronuncia el discurso que le escribió Hugo Tolentino, lo hizo por disciplina,
pero no estaba de acuerdo ni con elecciones ni con un acto de conciliación si no era sobre la base de la reposición del Gobierno
de Bosch”.
“Estás en la zona constitucionalista, eres un líder y nadie va a disminuir tu perfil, ¡adelante!”, dijo Napoleón Núñez a José Francisco Peña Gómez al entregarle un revólver en la avenida Bolívar, frente a donde estuvo la ferretería Read. Después se dedicó a convocar al pueblo por la radio. Peña, comenta, “tenía un magnetismo extraordinario. Se lo llevé a Brinio Díaz, dueño de la publicitaria “Fénix” y ahí se integró.
Luego Napoleón se empleó en rescatar a Randolfo Núñez, a quien el Ejército quería fusilar por su complicidad en el movimiento contra el Triunvirato. “Lo sacamos Manuel Germán y yo”. Randolfo era un joven oficial sobrino de Napoleón.
Napoleón Núñez Paulino, quien conserva la espigada figura que logró con los duros entrenamientos de sus años juveniles, conversa de las batallas libradas y hasta del extraño menú de su cotidianidad en la unidad que ocupaba frente a la fortaleza Ozama: arenque y bacalao del muelle “y arroz que nos cocinaba Manga”.
Rosa Almánzar Vargas, su novia, se conmovió al ver su plato. “Le dijo a Temístocles, hijo de Fernández Mármol: ‘Ve todos los días al comando del 14 de Junio a buscar comida”. Pertenecía a esa agrupación.
Napoleón se fue a los alrededores de Radio Santo Domingo porque “era una emisora que había que tomar”. Continuó hacia la parte alta donde halló “una situación confusa, de enfrentamiento, de civiles y militares armados” y llegó a los altos de la panadería de “Minoco”, en la Arzobispo Nouel, se unió a Alexis Licairac y otros, armados con escopetas calibre 12”. Los Cascos Blancos “vinieron muy altaneros en un vehículo blindado y desde allí “fogoneamos”. Se armó el desbarajuste y ellos salieron huyendo”.
Permaneció ahí hasta que se presentaron Montes Arache y sus hombres rana y la cosa adquirió otro carácter. “Bajamos, contacté a Many Espinal porque, en vez de elegir a Casasnovas Garrido, se escogió a Rafael Molina Ureña como presidente provisional, a Many representante de la juventud, y a mí, miembro del Comité Ejecutivo. Enrumbamos hacia el Palacio”.
“Molina se había dirigido al pueblo, y cuando se preparaba para hacerlo de nuevo, se apareció el embajador norteamericano y estableció un punto de vista muy grotesco: que había que apoyar a la Junta Militar, y si no se hacía, los tanques de Wessin iban a entrar. Many y yo habíamos acudido a apoyar a Molina en su mensaje y nos encontramos con que estaban recogiendo los equipos y él había desistido de hablar”.
En ese momento Napoleón conoció al coronel Caamaño, que demostró su valentía cuando enfrentó al diplomático.
“Pero Molina se replegó y cogió con su gente, la mayoría dirigentes, para la embajada”, expresa.
Derrota total. Napoleón Núñez se entregó a organizar y armar al pueblo. “Conseguí un Máuser, me fui a la batalla del puente Duarte, vi que al CEFA le bloquearon los tanques y le impidieron la entrada. La tropa élite del Ejército Nacional fue totalmente derrotada”.
“Inmediatamente el Pentágono recibió la información, consideró: ‘si el Ejército es vencido, los constitucionalistas van a tomar el poder, vamos a ver de qué forma intervenimos pues si no lo hacemos, ellos van a triunfar”.
En el enfrentamiento del puente, afirma, “Caamaño sustituyó a Fernández Domínguez. También participó Montes Arache”.
Se produjo la designación de Diego Guerra como jefe de seguridad, y a esa sección fue incorporado Núñez. Tenían su sede en la calle Mercedes, frente al parque Independencia. En esa jefatura también estaban “Davi Barona, Antonio el fuerte, Manuel Germán del Villar, “Osiris”, Augusto Núñez Saviñón… Hacíamos guardia día y noche, ese era un contingente en alerta”.
El 28 de abril “ocurrió la intervención norteamericana bajo la falsa premisa de salvar vidas, pero fueron 42 mil marines que fotografiaron el país y Haití pulgada por pulgada, para fines ulteriores. Por nuestro lado, desarrollábamos formas de insurgencia para penetrar al enemigo, empleábamos homosexuales, prostitutas y otras compañeras”.
Napoleón realizaba trabajos paralelos dentro del PRD y recibía cursos de insurgencia “en cuanto a usar el teléfono. “Estábamos grabando conversaciones de personas fuera y dentro de la Revolución”.
Sus misiones principales, empero, “eran proteger la zona constitucionalista, lograr que la gente se mantuviera activa y consciente de su responsabilidad, elevar los principios que dieron origen a la contienda”. Caamaño y él se comunicaban con frecuencia.
A veces vestido con overol y siempre con una Cristóbal, una pistola Browning calibre 38 o un M-11, se movía por los comandos.
Vivió la fuga de Caonabo Reynoso escapando de la fortaleza Ozama vestido de mujer, pero el personaje y “la bailarina que fue su cómplice”, fueron descubiertos en el parque Enriquillo. “Cometieron un error táctico: prepararon la salida, pero no la retirada. Desenmascarado, Caonabo exclamó, quitándose el brazzier: “¡Mátenme, pero no me fotografíen!”.
“Ese hecho me marcó con él: como no accedí a lo que su mujer quería, la cogió conmigo” cuando terminó la guerra. Reynoso fue después jefe del Servicio Secreto.
A los contrarrevolucionarios apresados se les dio un trato privilegiado “y esa gente, en vez de reivindicarse, lo que hizo fue reprimir”.
Habla de “las intentonas del 15 y el 16”, el asalto a la fortaleza, en cuyo frente estuvo y la reunión en el club “16 de Agosto” para examinar conductas reprochables de perredeístas. Comenta el comportamiento final del presidente constitucionalista.
“Cuando Caamaño pronuncia el discurso que le escribió Hugo Tolentino, lo hizo por disciplina, pero no estaba de acuerdo ni con elecciones ni con un acto de conciliación si no era sobre la base de la reposición del gobierno de Bosch”.
Afirma que Bosch le pidió que fuera el candidato a la presidencia en las elecciones y no aceptó, ofreciéndole, en cambio, “75 militares con armas automáticas para que se desplazaran” y apoyarlo en la campaña, lo que declinó el exmandatario.
Sobre Caamaño manifiesta que “era afable, se veía como un muchacho. A pesar de su descendencia era amistoso, humilde, naturalmente, tenía su carácter”.
Expresaba “que la guerra había sido convocada para la reposición y no se podía echar atrás. Su consigna era Patria o Muerte, ya había caído en la radicalización total, ya no era el jefe de esa fuerza represiva (Cascos blancos), había cambiado totalmente y lo demostró en como terminó su vida”.
Pasada la Revolución, el próximo paso de Napoleón fue tratar a toda costa de preservar su vida. “Porque de lo que se trataba era de que antes y después de las elecciones, había que eliminar a todo el que pensara en contra de la intervención yanqui y a todo aliado al PRD Y a Bosch. Dentro de esa gente estaba yo”.