El número de mujeres embarazadas adictas a los opiáceos se ha cuadruplicado en Estados Unidos en 15 años, según las estadísticas oficiales dadas a conocer el jueves, lo que confirma la magnitud de la crisis de salud pública que enfrenta actualmente el país.
Un informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), inédito a nivel nacional, reveló «aumentos significativos» entre 1999 y 2014 «en los 28 Estados que disponen de datos».
«Estas cifras ponen de relieve el impacto devastador de la crisis de los opiáceos en las familias de Estados Unidos, incluidos los más jóvenes», declaró el director de los CDC, Robert Redfield.
«Una adicción a los opiáceos no tratada durante el embarazo puede tener consecuencias terribles», agregó.
Los riesgos de mortalidad materna e infantil y de nacimiento prematuro se incrementan considerablemente. Los bebés nacidos de mujeres que abusaron de los opiáceos durante el embarazo a menudo desarrollan la misma adicción y deben sufrir su falta tras nacer, el llamado síndrome de abstinencia neonatal.
«El uso de opiáceos en embarazadas constituye un importante problema de salud pública», señala el informe de los CDC.
La tasa de mujeres que sufren adicción a los opiáceos cuando llegan al hospital para dar a luz «aumentó de 1,5 por 1.000 en 1999 a 6,5 en 2014», según el documento, que no especifica los tipos de opiáceos involucrados.
Estados Unidos enfrenta actualmente una grave crisis de adicción a los opiáceos, entre los que se incluyen analgésicos como la oxicodona o la heroína, que causó 42.000 muertes en 2016.
Los CDC responsabilizan parcialmente a los médicos que prescriben demasiados opiáceos e instan a redoblar esfuerzos para evitar que las embarazadas desarrollen una adicción y ayudarlas a someterse a tratamiento.