Calderón versus Corneille: Quién imitó a Quién

Calderón versus Corneille: Quién imitó a Quién

Por Bienvenida Polanco-Díaz

Durante mi investigación sobre el siglo XIX para la tesis doctoral, en la Biblioteca Nacional de Madrid consulté en físico y más de una vez los libros de dos autores franceses por demás interesantes: Edouard Vignier y Philaréte Chasles; éste último, el primero en plantear la posibilidad de imitación entre Corneille y Calderón.

Avanzada la centuria decimonónica Vignier promovió la cuestión sobre si Corneille -6006,6084- había imitado en su tragedia Heraclio la comedia de Calderón -1600,1681- titulada En esta vida todo es verdad y todo es mentira o si, por el contrario, Calderón imitó al dramaturgo francés.

Se trataba de un proceso de cotejo literario relativo a stemma importante y que, en efecto, trascendería. Los principales personajes de la pieza del autor español son los emperadores Focas y Heraclio, los mismos que en la tragedia de Corneille; el argumento de ambas se funda en el mismo supuesto y versos dicen lo mismo en los idiomas francés como en el castellano. Estas coincidencias indican que uno de los dos autores imitó al otro “(…) pero ¿quién imitó a quién?”, planteaba el investigador de la Universidad de Ruan en un opúsculo titulado “Anécdotas literarias sobre Pedro Corneille” aparecido en 1846.

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Pierre Corneille sacó a la luz Le menteur en 1644 en edición primera a la que siguieron las de 1648, 1652, 1655, y 1660. En las ediciones anteriores a la de 1660 la “Epitre” inicial, redactada por el escritor, da cuenta de que la obra era una imitación de La verdad sospechosa atribuida a Lope de Vega, puntualizando el propio Corneille que el verdadero autor era Juan Ruiz de Alarcón. Un siglo y medio después Vignier publicaba, en calidad de prólogo a la edición de 1862 de las Obras de Corneille, un ‘’Paralléle de La verdad sospechosa d’Alarcón et du Le Menteur de Corneille”. La comparación fue reimpresa en 1875, en su libro Fragments et Correspondance.

De esta forma, el camino a la exégesis francesa en materia alarconiana prolongaba la brecha sostenida por Chasles -1790,1873- quien había publicado varios estudios sobre España y sus relaciones literarias con Francia. Respecto a la primera cuestión, la opinión de ambos estudiosos franceses pudiera justificarse en el hecho de que la pieza de Corneille no fue editada hasta 1647 mientras que la más antigua edición conocida del Heraclio de Calderón databa de 1664. Otros ensayos de Chasles fueron: Études sur L´Espagne et sur les influences de la litteratude espagnole en France et en Italie, 1847 y La France, L´Espagne, et L´Italie au XVIII e Siécle, G. Charpenter, París, 1877.

La controversia, del siglo XVII al XIX

En la primera mitad del siglo decimonónico los investigadores españoles asumieron la responsabilidad de aclarar con el mayor rigor aquellos casos a fin de poner orden a la historiografía del teatro español especialmente el del Siglo de Oro que universalmente era ya considerado como modelo de ingenio y perfección. Se defendió la primacía de Calderón sobre sus piezas El Cid, El mentiroso, y Don Sancho de Aragón.

El asunto calderoniano había sido tratado anteriormente por el dramaturgo Antonio Mira de Amescua en el drama histórico La Rueda de la Fortuna que se publicó en 1616 incluido en la Flor de la comedia de España. En aquella producción de Mira de Amescua ya se hallaban los personajes Focas y Heraclio, el germen de la comedia de Calderón. y de la tragedia de Corneille.

Juan Eugenio Hartzenbusch -1806, 1880- cotejó la semejanza exacta en ciertos pasajes de piezas de Mira de Amescua y Cornielle en su ensayo “Calderón y Corneille”, publicado en la revista La España, 3 y 4 de agosto de 1850-.

Al precisar las alteraciones que en el asunto histórico propusieron los autores Hartzenbusch refiere el Heracliano de Amescua o del Astolfo de Calderón. Y compara también El Cid de Corneille, su Mentiroso ‘’(…) se nota en esas cuatro piezas mucha más acción y artificio que en todas las otras a excepción del Heraclio: ‘’¿No deberíamos inferir -se pregunta- o por lo menos sospechar, que el Heraclio tiene la misma procedencia que El Cid, El mentiroso y Don Sancho?”. Heraclio era también personaje de La exaltación de la cruz escrita por Calderón a más tardar en el año 1644.

La cuestión en los siglos XX y XXI

En el presente siglo XXI numerosos investigadores continúan tratando en sus estudios a los autores franceses relacionados con la literatura dramática española; desde Rotrou a Molière, pasando por los hermanos François y Antoine Le Métel; Brosse, Scarron, Pierre y Thomas Corneille.

“Nuestra literatura fue fuente de traducción, adaptación e imitación. Lope, Calderón, Rojas Zorrilla, Tirso… son traducidos y moldeados a la manera francesa porque no todo lo español es bien visto y bien recibido (…)’’, afirma la profesora Olivares Vaquero: ‘’Peor está que estaba había sido escrita para un público español unos cuantos años antes’’, ‘’por ello, Les Innocens coupables no es una traducción sino una adaptación. De ahí, la supresión de enredos, la mayor concentración temporal, el espacio ligeramente más agrupado, la filosofía menos pesimista, los cambios en los personajes… porque si quiere tener éxito, no debe el gramaturgo ‘choquer le public’ (…) Brosse parte, pues, de una ‘pieza española’ para crear una ‘pieza francesa’’’ concluye. Refiero a María Olivares Vaquero “Una comedia española en Francia: ´Peor está que estaba´ ”, Universidad de Alicante, 2007.

En los albores del siglo XX se multiplicaron significativamente los estudios del siglo de oro español en sus relaciones con la dramaturgia francesa del siglo XVII, cfr. Guillaume Huszcar, Corneille et le théatre espagnol, Ed. Bouillon, París, 1903; Harry M. Martin, “Corneille´s Andrómade and Calderón´s Las fortunas de Perseo”, Modern Philology, Universidad of Chicago Press, vol. 23, No. 4, mayo de 1926, pp. 407-415; Ernest Martinenche, La comedia espagnole en France, de Hardy à Racine, Slatkine Reprints, Ginebra (1900), 1970; Ana Martín fijó información en su “Ensayo bibliográfico sobre las ediciones, traducciones y estudios de Calderón de la Barca en Francia”, Revista de Literatura, XVII, 1960, pp. 53-100.

Por supuesto hay que mencionar a la primera autoridad académica en estos temas: Germán Vega García Luengos, de la Universidad de Valladolid, quien fue mi director de tesis, fundador del actual espacio ‘Teatro del Siglo de Oro’ en la plataforma BVC, Biblioteca Virtual Cervantes, del Instituto Cevantes; y a Javier Huerta Calvo, de la Complutense. Ver además el trabajo de Gaste sobre los originales de “El Cid”: en Armant Gaste, La querelle du Cid, Slartkine Repints, Géneve, 1970. Esencial fue el texto antológico de Mongrédien con relación a las imitaciones, cfr., Georges Mongrédien, Recuil de textes et des documents du XVII e siécle relatifs a Corneille, Centre National de la Recherche Scientifique, París, 1965.

Menéndez Pelayo

Conclusiones del famoso filólogo español Menéndez Pelayo: ‘’En el punto cronológico de la impresión de la comedia de Calderón hay que dar la razón a Vignier. Para mí, la dificultad no está allí, sino en lo inexplicable y único del hecho de una imitación francesa en el teatro de Calderón, y aún en todo el teatro del siglo XVII, si se exceptúa El honrador de su padre, de Diamante (…) sospecho que, ni Calderón imitó a Corneille, ni Corneille a Calderón, sino que ambos debieron de tomar los puntos en que coinciden, de alguna obra española más antigua. Calderón inventaba muy poco, y así como ha [a] parecido un Médico de su honra de Lope, y un Alcalde de Zalamea de Lope, podrá [a] parecer el día menos pensado una comedia de Lope o de otro, que sea el mismo original de En esta vida… Se nota en [Vignier]él cierta prevención hacia nuestro teatro que a mi entender no había estudiado por completo sino con ocasión de sus estudios sobre Corneille y limitándose a un corto número de piezas”. Cfr. Marcelino Menéndez Pelayo, Obras completas, Imp. A. Pérez Dubrull,Madrid,1888, pp. 103, 104. //

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