El presidente norteamericano Donald Trump está empeñado en cumplir con su eslogan de campaña de “hacer a Estados Unidos grande otra vez”. De paso lo está posicionando con menos incidencia e influencia en la política mundial y abriéndole espacio a otros actores. Su más reciente “grandiosa” decisión fue retirar (¿?) a Estados Unidos del Acuerdo de París. Tratado que llevó años de arduas y difíciles negociaciones que finalmente firmaron 195 naciones de las 197 involucradas (las dos no firmantes fueron Siria aduciendo su guerra interna, y Nicaragua porque entendía que las medidas no contemplaban obligatoriedad para los desarrollados. Nicaragua en un referente internacional habiendo logrado que un 53% de su matriz energética esté compuesta de fuentes renovables).
El Acuerdo establecía que los firmantes se comprometían a trabajar para forjar economías bajas en carbono y cómo lograrlo es un interés de todos, los ricos estuvieron finalmente de acuerdo en contribuir a financiar el esfuerzo de los países pobres. Los expertos consideran pertinente el acuerdo aunque insuficiente. Se debiera ir más lejos. El problema está plenamente avalado por la comunidad científica aunque algunos no quieren creer en él, esencialmente por intereses particulares. Para Trump es simplemente “un invento de China” para hacer menos competitiva a la economía estadounidense. Las medidas consensuadas pretenden que la temperatura global no rebase 1.5 grados; llegar a dos grados significa alcanzar “niveles peligrosos e irreversibles” de cambio climático. El mundo ya alcanzó un grado. Se trata de equilibrar que los gases de efecto invernadero que se generen sean compatible con lo que la naturaleza – árboles, suelos y océanos – puedan absorber. Se intenta alcanzarlo entre 2050 y 2100. Los gases de efecto invernadero son el vapor de agua, dióxido de carbono (CO2) – los más preocupantes -, metano, óxido de nitrógeno y el ozono. En 2016 se llegó a niveles récord. China y EE.UU. son responsables del 40% de emisiones del dióxido de carbono mundial.
El principal país contaminante hoy es China con 10,64 kilotones de CO2 lanzados a la atmósfera, sigue EE.UU. con 5,17, pero el historial acumulado coloca a EE.UU. en primer lugar; de 1850 a 2011, según el Centro de Análisis de Información sobre Dióxido de Carbono, señala que EE.UU. aportó el 27% del CO2 mundial. A nivel per cápita de emisiones de CO2 corresponde a estadounidenses el primer lugar con 16,39 toneladas métricas, seguidos por 13,53 de Canadá y 12,47 en Rusia. Chinos aportan 7,55 toneladas. Otra amenaza grave es el metano proveniente del petróleo y gas, de la ganadería, del cultivo de alimentos y vertederos de basura. En 2012 China aportó 1752 millones de toneladas métricas, India 636, Rusia 545 y EE.UU. 499. EE.UU. y Canadá lideran el consumo de electricidad – mayormente producida por combustibles fósiles – por persona; en 2013 los canadienses consumieron 15,51 kilovatios hora y los estadounidenses 12,98. El promedio mundial fue 3,10 kilovatios hora. Según la Universidad de Berkeley EE.UU. es el principal contribuyente al calentamiento global.
Realidad global que choca con intereses posicionados en el gobierno norteamericano. Seguiremos con el tema.