Se ha vuelto un pasaje común en el discurso de políticos, ciertos economistas y empresarios considerar el modelo económico del país está agotado, que a pesar de cuatro décadas con las mayores tasas de crecimiento de la región no ha sido capaz de reducir la pobreza. Sin embargo, cuando se hacen esas afirmaciones se olvidan de las crisis recurrentes, de la calidad del gasto social y de que ese modelo, con ciertas correcciones, puede conducir el país al desarrollo.
Quienes sustentan estas ideas olvidan el impacto negativo de las crisis recurrentes, como las recesiones mundiales del 1973 y el 1978, originadas en dos choques petroleros que impactaron el país; la crisis de mediados de los ochenta (la década perdida para AL), la crisis de comienzo de los noventa, definitivamente de factura local, así como también la grave crisis financiera del 2003-2004.
En esta última, la pobreza total aumentó de 29% a 43.4%, la pobreza extrema de 9% a 15.3%, la tasa de desocupación ampliada de 13% a 19.7% y se crearon millón y medio de nuevos pobres, borrándose los logros sociales de la última década. ¿Puede culparse al modelo económico de ese retroceso? Sin embargo, el mismo modelo, gracias al mantenimiento de la estabilidad y el crecimiento, permitió en seis años reducir la pobreza a 33.2 por ciento, la extrema a 9.6 por ciento y el desempleo a 14.1 por ciento.
El modelo económico, descontando las representaciones teóricas en la economía matemática, trata básicamente del conjunto de procesos sociales y de producción que dictamina el Estado con la intención de lograr la mejor relación posible entre las empresas y las economías domésticas.
Y justamente desde el Estado se trató de evolucionar de un modelo basado en exportaciones primarias al modelo de sustitución de importaciones de la CEPAL, y desde el Estado también se crearon las condiciones para un modelo de turismo y zonas francas, conviviendo con las mismas exportaciones primarias, ciertas manufacturas, más las fuertes inyecciones de recursos provenientes de las remesas y la inversión extranjera directa.
¿Puede calificarse de agotado un modelo económico que sobrepasó en tiempo récord la grave crisis del 2003 y que transitó sin costos sociales el choque de los precios del 2008 y la recesión global del 2009? ¿Puede calificarse de agotado un modelo que nos ha convertido en el líder turístico de la región Centroamericana y del Caribe, de las zonas francas y mayor receptor de inversión extranjera directa?
Es cierto que tenemos serios déficit en materia de educación y salud, pero no se pueden atribuir al modelo.
Su explicación hay que buscarla en un gasto social históricamente bajo, y una pobreza extrema desamparada, que es en esta administración donde se han implementado paliativos efectivos como el Programa Solidaridad y la incorporación de una parte de esos sectores a la seguridad social.
El modelo económico ni está agotado, ni es excluyente y es sustentable, solo le hacen falta correcciones, pues de eso se trata, de elevar la competitividad, de resolver problemas como el eléctrico, aumentar la calidad y cantidad del gasto social y, por supuesto, mejorar la institucionalidad del Estado.