El 2020 demostró de manera contundente que la era del riesgo climático y ambiental acaba de comenzar. Por primera vez en sus 15 años de historia, el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial (realizado en colaboración con Marsh McLennan), reveló que los 4 de los 5 principales riesgos por probabilidad, y 3 de los 5 principales riesgos por la gravedad de su impacto, están relacionados con el clima y el medio ambiente.
Una realidad que se hace presente en la República Dominicana y que se evidencia en el comportamiento de la temporada de huracanes del año pasado, en la cual el país fue impactado por dos tormentas tropicales que causaron inundaciones y otros estragos a nivel nacional.
En tal sentido, es necesario continuar prestando atención a los cambios climáticos en el país, pues según prevé el Centro de Huracanes de Miami, en el 2021, la temporada ciclónica estará un 60% por encima de lo normal.
El fracaso en la acción contra el cambio climático está a punto de convertirse en la próxima gran “pandemia” de nuestra sociedad. “Nuestro futuro pasa necesariamente por una resiliencia climática, y todos, individuos, gobiernos y empresas somos parte de la solución. La colaboración entre sector público y privado es clave para minimizar este riesgo, de alta probabilidad e impacto catastrófico”, comenta Gerardo Herrera, líder regional de Consultoría de Riesgos de Marsh Latinoamérica.
Según el reciente informe Diagnóstico de Resiliencia al Riesgo, los riesgos climáticos están en primera línea de la agenda empresarial a nivel global, siendo los consumidores y los clientes los más impactados por los mismos.
Sin embargo, existe una gran brecha entre la percepción de la gravedad del riesgo y la preparación para gestionarlo.
· A pesar de que el 85% lo consideran un riesgo clave, el 45% asegura no tener ningún proceso (o tenerlo ineficiente) para identificar, responder e implementar cambios relacionados con los riesgos climáticos.
· El 40% no ha realizado ningún stress-test para cuantificar el impacto financiero de los riesgos climáticos
· Entre 20-30% cree que los riesgos climáticos no afectan a sus áreas clave de negocio.
De acuerdo con las conclusiones del informe estos porcentajes demuestran la vulnerabilidad de las empresas ante intervenciones a corto y a largo plazo en sus operaciones, impactando de manera significativa en sus activos y flujos de ingresos. Ante esto, Enrique Valdez, presidente/CEO de Marsh Franco Acra considera que: “Reconociendo nuestra realidad actual, se hace esencial que las empresas se preparen para mitigar los estragos del cambio climático tomando en cuenta los comportamientos comunes de resiliencia; anticipación de riesgos, conexión del riesgo con la estrategia de negocio, prevención de brechas en los procesos de preparación y medición de datos que puedan ser de relevancia”.
Aumento del riesgo y la presión socioeconómica, pero también de oportunidades
El cambio climático está rediseñando el panorama de riesgos, y los retos para empresas, gobiernos e instituciones financieras, son enormes. Además, la presión de inversores, accionistas, activistas sociales y consumidores con respecto a las estrategias de sostenibilidad de las compañías sigue creciendo a un ritmo exponencial. “De ahí que los informes ESG (reporte de los aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno de una compañía) están ganando cada vez más peso frente a los puramente financieros. La gente quiere saber si las empresas están siendo, o quieren ser, parte del problema o de la solución”, añade Gerardo Herrera.
Pero al mismo tiempo, este gran reto global está creando nuevas oportunidades para las empresas, desde motivar y atraer talento, a aumentar la eficiencia de los recursos, desarrollar nuevos bienes y servicios bajos en carbono, y aportar mayor valor a los grupos de interés y las comunidades.
Las compañías resilientes a los riesgos presentan una ventaja competitiva superior ante sus competidores, al anticipar los riesgos pueden responder a ellos de manera inmediata y minimizar las perdidas, estableciendo un plan de acción y reanudando de manera rápida sus actividades, creando así oportunidades en momentos de estrés operativo o financiero.
Ante este nuevo panorama, las empresas deben poner en el centro de su estrategia, la construcción de una verdadera resiliencia climática con un liderazgo corporativo fuerte, capaz de gestionar el riesgo de forma integral.
¿Cómo se construye una empresa resiliente?
1. Con un liderazgo responsable de impulsar las estrategias de gestión de riesgos.
2. Compromiso y coordinación entre todas las áreas de la compañía para alinear los riesgos de forma integral.
3. Formación de comités de riesgo, con representación de las unidades de negocio y los equipos adyacentes al riesgo, como los de seguridad y cumplimiento, para garantizar que se tienen en cuenta todos los riesgos operativos.
4. Alineación de la evaluación de riesgos con la estrategia corporativa en una visión a medio y largo plazo, es decir, integración de la resiliencia y el riesgo en la planificación y estrategia empresarial.
Según se apunta en el Informe ESG de Marsh McLennan, la mejor manera para implementar una cultura resiliente es siguiendo un modelo que:
· Anticipe los riesgos: Utilizando modelos líderes en la industria y nuevas metodologías, se deben identificar y cuantificar los impactos financieros del cambio climático, desde los riesgos cambiantes de catástrofes naturales hasta los cambios regulatorios y tecnológicos y la creación de nuevos mercados.
· Gestione los riesgos: Desarrollar marcos de gestión de riesgos climáticos y estrategias de inversión, como estrategias de inversión y presupuestación de capital alineadas con el clima, seguro paramétrico y transferencia alternativa de riesgo, entre otros.
· Garantice el éxito en la transición: Desarrollar estrategias y modelos comerciales que brinden una ventaja competitiva una vez lograda la transición a una economía de bajas emisiones de carbono.
Colaboración para la recuperación
Si bien el cambio climático requiere de acciones inmediatas, es cierto que muchos gobiernos darán prioridad a la recuperación económica de la pandemia, o a la transición tecnológica. Al igual que con COVID-19, los impactos del cambio climático serán diferentes según el país, pero es importante considerar que un cambio hacia una producción y un consumo más ecológico no se puede retrasar hasta que revivan las economías.