La tensión entre México y Estados Unidos crece a cada minuto con la cancelación del encuentro que los presidentes tenían previsto el 31 de enero y el cruce de declaraciones ríspidas, muchas a través de Twitter, que rompen la diplomacia y el entendimiento que prevalecía entre las dos naciones desde hace más de dos décadas.
“Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes”, tuiteó el jueves el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto horas después de que su homólogo estadounidense señalara que el encuentro no tenía sentido si México se negaba a costear la barrera fronteriza.
“Si México no está dispuesto a pagar el muro tan necesario, entonces sería mejor cancelar la próxima reunión”, tuiteó el republicano. Más tarde, lejos de apaciguar las cosas, en una intervención ante legisladores republicanos en Filadelfia, quien llamó violadores y criminales a los mexicanos durante su campaña electoral, pidió respeto a su vecino del sur. “A menos que México trate a Estados Unidos justamente, con respeto, tal reunión sería inútil y quiero tomar otra ruta. No tengo opción”.
Trump aseguró que la cancelación del encuentro fue de mutuo acuerdo y que su gabinete trabaja en un proyecto de reforma fiscal que reducirá el déficit comercial, incrementará las exportaciones estadounidenses y generará ingresos desde México “que pagará por el muro si decidimos tomar esa ruta”. Este cruce de declaraciones, que tienen las redes sociales como principal escenario, es algo inédito en las relaciones de ambos países, que durante las últimas dos décadas habían disfrutado de unas relaciones estratégicas a pesar de algunos altibajos.
“Hay un cambio en el entendimiento que había operado en últimos 22 años, en el que México figuraba como socio estratégico.
Trump rompe eso de forma unilateral”, explica Isidro Morales, investigador experto en Norteamérica de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey. Según Morales, ahora Washington quiere imponer su agenda y su papel hegemónico y México ha pasado “de ser aliado a ser desafío”, con lo que deja de ser la puerta de entrada a Estados Unidos como era hasta ahora.