La baja votación experimentada en las primarias electorales de los dos principales partidos del actual sistema de partidos de la República Dominicana, es una muestra más del desinterés y la desconfianza que tienen los electores en los denominados “líderes políticos”.
Es tan así, que ni porque se inauguraba un nuevo sistema de votación automatizado, los ciudadanos no se motivaron con entusiasmo a ejercer su derecho de elegir a sus precandidatos preferidos.
Es inaceptable que de siete millones de ciudadanos hábiles para votar, solo un 35 porciento de manera voluntaria e inducida por algún precio o favor, acudieron a las mesas electorales. Es preocupante que nuestro sistema democrático que cada se debilita mas, como consecuencia de la ausencia de liderazgo y de reales ponencias que sean creíbles y solucionadoras a los problemas de la gente.
En estas elecciones, se evidencia que ni la oposición ha podido capitalizar el descontento popular de una deficiente gestión de gobierno de casi veinte años, ni tampoco por el desgastamiento natural que genera perdurar mucho tiempo en el poder.
Cómo puede ser que si el partido de la esperanza, que es el PRM de un padrón de 1,300 mil inscriptos, no pudo tener la capacidad de cautivarlos para que asistieran masivamente a defender su partido con su voto. Me pregunto: Qué pasó, que falló, dónde está el trabajo político de su dirigencia. No hubo una adecuada logística ni de contacto previo para estimular a sus afiliados. Entonces, cómo se pretende ganar las elecciones del 2020.
En el PLD, se demostró la misma situación, menos de dos millones de votantes, unos inducidos por ser asalariados y favorecidos por alguna circunstancia. ¿Dónde están los dos millones de firmas de Leonel Fernández? ¿Dónde están los votos de Gonzalo, serian los 900 mil de las nóminas públicas? Pues de ser así, la democracia se ha quebrado y el sistema de partido está en riesgo.
Ahora, ¿qué podría salvar la democracia? La aparición de una tercera fuerza encarnada en 3.5 millones de personas que no acudieron a votar, por no sentirse representadas por lo que hay. El pueblo sabrá escoger quien verdaderamente lo represente como opción de poder. De manera, que la esperanza no está perdida, lo importante es saber utilizar la linterna de Diógenes para buscar un verdadero líder que atraiga y unifique a esos millones de ciudadanos que en cada elección muestran descontentos y desganos por el voto.