Las personas tendrán que hacer algo para aprender a adaptarse a los cambios bruscos a los que están siendo sometidos. En cada espacio donde se socializa hay que sortear el estrés, las diferencias, los conflictos, el chisme, la envidia y el rechazo. La economía cambia, la política, la sociedad, la familia, la pareja, los amigos, los grupos y las circunstancias de la vida. Cada etapa de la vida y cada proceso que se tenga que afrontar va a generar algún tipo de disenso. Es más, ahora hay que gastar muchas energías y activar muy bien el cerebro para entender el costo de asumir la vida de forma ética y moral, o tener que optar por sobrevivir en el malabarismo del relativismo ético, la descomposición moral y asumir lo correcto.
Todas estas circunstancias generan interrogantes, reflexiones, cuestionamiento e impotencia; pero también, generan frustraciones. Las frustraciones son estados emocionales o sentimientos que generan malestar, tristeza, rabia, dolor emocional, por no lograr propósitos o por sentir que no podemos obtener resultados de vida. Pero el fracaso, es resignarse a unos resultados negativos, negarse a sí mismo a darle continuidad a unos objetivos, metas y propósitos de vida.
Para aprender de las frustraciones y del fracaso, hay que buscar de la paciencia. Aprenden a tomar distancia, reflexionar, pensar diferentes, volver a empezar, o movilizar su cerebro hacia el plan A,B,C,D. Pero se debe aprender por dura que sea la vida, y por dura y difícil que te la pongan los demás, recordar al filósofo Immanuel Kant, cuando decía: “La paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia, la debilidad del fuerte. “Los jóvenes y adultos que manejan la prudencia, la paciencia y se tomas su tiempo para no responder ante la prisa, al desafío, el estrés o las presiones; son las que toleran frustraciones. Para no colapsar o no tocar fondo frente a todos los desafíos que nos expones la vida, lo sabio y lo inteligente es, aprender a poner en práctica la fortaleza emocional: utiliza sus emociones y su pensamiento de la forma más reflexiva, tener conciencia emocional para reconocer sus emociones y aprender a lidiar con las emociones de la otra persona. De esos estados emocionales, se aprende a pensar mejor, se discrimina los estímulos, se pueden olfatear el cinismo, la manipulación, el chantaje, las provocaciones y las energías negativas.
Cuando actuamos bajo el contexto de las frustraciones, la desesperanza, se activan las actitudes emocionales negativas: ira, rabia, enojo, resentimiento, odio, tristeza, culpa, venganza. Y todo lo que se genera de allí, nos pone al descubierto nuestras debilidades, porque actuamos sin reflexionar, de prisa, inflexible, rígidos o explosivos. Cuando usamos el cerebro emocional y racional de forma asertiva, se establece la diferencia en nuestros pensamientos, en nuestro comportamiento y nuestros resultados.
La prisa y la visibilidad en la que vivimos nos entretiene, nos lleva a poner más atención al Facebook, Instagram, whatsapp, a las redes, y a los mensajes expuestos mostrando los éxitos momentáneos para saciar la vanidad y el ego narciso de la sociedad posmoderna; son los que nos llevan al gregarismo y a la crisis de identidad. Cada quien tiene que ejercer sus propia personalidad, su identidad, su libertad, su moral y su ética, para aprender a tomar distancia y encontrase consigo mismo, con su conciencia emocional, con su soledad y su riqueza espiritual.
Los que viven en el ruido y la cultura de la prisa, de hacer lo mismo y practicar las“normas sociales”terminan comprando sus frustraciones y sus fracaso.
¿Quién nos dijo que la prioridad es el dinero, el confort, la vanidad, la posverdad y el autoengaño¬¬?¿Quién nos dijo que la felicidad está en el placer y la auto-gratificación? Müller- Fahrenholz, lo explica bien de cómo se llaga ala proliferación de la insensibilidad, la incapacidad de sentir y de hacerse carago del sufrimiento ajeno de manera creativa. Son por esos caminos que los jóvenes y los adultos llegan a frustraciones, alsufrimiento y al vacío existencial.
Se impone aprender a gerenciar las frustraciones, a dejarla que salgan como entraron, a ponerle atención cuando vienen de adentro; ya que las de afuera están construidas y llegaron para quedarse en la posmodernidad jóvenes líderes.