Tras una semana de intensa actividad, el rey Carlos III descansa este jueves por primera vez lejos de los focos, en su residencia campestre privada, desde que la semana pasada falleció Isabel II, antes de viajar mañana a Gales y asistir el lunes al funeral de Estado por su madre.
El soberano, de 73 años, y la reina consorte, Camila, de 75, han regresado a su finca campestre de Highgrove, en el condado de Gloucester (suroeste de Inglaterra), donde se han tomado una jornada de reflexión personal después de varios días tumultuosos.
El nuevo rey ascendió al torno de forma automática al morir Isabel II, el pasado jueves, y fue proclamado oficialmente jefe de Estado del Reino Unido el sábado.
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Desde entonces, Carlos III ha visitado Escocia e Irlanda del Norte, y participó ayer en el cortejo fúnebre que llevó los restos mortales de la soberana a la capilla ardiente instalada en el palacio de Westminster.
Este viernes, tras haber descansado durante una jornada, viajará a Gales, la última de las cuatro naciones británicas que le queda por visitar como monarca.
Él y Camila se desplazarán en helicóptero y asistirán a un servicio religioso en la catedral de Llandaff, en Cardiff, y acudirán después al Parlamento autónomo de Gales, donde recibirán las condolencias de la cámara.
Por la tarde, regresará al palacio de Buckingham, donde se reunirá con líderes religiosos, y más tarde velará durante unos minutos el féretro de su madre junto con su tres hermanos -Ana, Andrés y Eduardo-, como ya hizo mientras el ataúd descansó en la catedral de St Giles en Edimburgo.
El domingo, Carlos III y Camila ejercerán de anfitriones en una cena con algunos de los jefes de Estado y dignatarios extranjeros que habrán acudido al Reino Unido para asistir el lunes al funeral de Isabel II.