Es el símbolo cultural del Sur, específicamente de San Juan de la Maguana, de donde es nativo y lo consideran “una leyenda”, “un personaje histórico” no solo por sus libros sino porque llevó a la provincia extensiones de las universidades Autónoma de Santo Domingo, Central del Este y Nacional Pedro Henríquez Ureña, de la que egresó como licenciado en educación, mención pedagogía pura y en ciencias jurídicas, cum laude y magna cum laude, respectivamente.
Pero además, Carlos Vicente Castillo, alias Villa, es el historiador de su pueblo y fue maestro de varias generaciones en Comendador y Bánica, provincia Elías Piña, Juan de Herrera y en su natal San Juan de la Maguana. Ejerció el magisterio durante 33 años.
Cuando no estuvo en las aulas se desempeñaba como agente de crédito del Banco Agrícola en diferentes lugares y ahora es suplente del Tribunal Especial de Tránsito, nombrado por la Suprema Corte de Justicia.
A sus 78 años conduce su vehículo y agrega nuevas obras a su rica bibliografía enfocada en la historia, la gente y las costumbres sanjuaneras. Es el único en su pueblo que se graduó con honores en los tres bachilleratos: ciencias físicas y naturales, filosofía y letras y ciencias físicas y matemáticas.
“No podía ir a la universidad en la Capital y decidí seguir estudiando porque siempre he considerado que la educación es la base fundamental de la vida del hombre; un hombre sin educación no vale la pena”, expresa.
Agrega: “Yo tengo casi 80 años y he vivido entre libros, colecciones de periódicos, intelectuales y personas de conocimientos y en base a esas fuentes escribo”.
Estuvo casado con Inés Bartolina Vicioso y al mencionarla no puede evitar llorar. Se juraron amor desde que ella tenía 10 años y él 12 y ella admiró una camita que él fabricó pues mientras estudiaba se iba convirtiendo en maestro ebanista. “Fue lo primero que aprendí y trabajé, hacía muebles, armarios, camas coloniales”. Inés, con quien casó en 1964, falleció en 2010. Procrearon ocho hijos: Mercedes Madel, Carlos Ariel, Carlos Vicente, Pedro Emilio, Víctor Hugo, Inés Aracelis, Romeo Atahualpa y Fabiola Vicentina.
Villa es también la enciclopedia del Sur, cuyas tierras conoce, al igual que los pioneros de todas las épocas y profesiones. Los recita como en un rosario al igual que los refranes y afirmaciones alusivos a San Juan. “El primer dramaturgo y novelista dominicano es sanjuanero, Ulises Heureaux hijo, que estudió en París. Nació aquí en 1876 ¿y por qué se destacó? Porque estudió, el estudio es la base principal de los pueblos”.
Señala que Arroyo Cano, de donde es oriundo el presidente Danilo Medina, “era un paraje agreste de la sección Yaque, y cuando él salió del tercer curso vino para acá y estudió. Si los padres no lo envían a San Juan no fuera presidente sino un agricultor común y corriente. El desarrollo intelectual de los hombres y mujeres, comenta, es la base fundamental de la vida”. Habla de mandatarios dominicanos que fueron analfabetos y significa: “Ahora no, ahora para ser presidente tienes que superarte”.
Retoma los pioneros: el primer médico fue Alejandro Cabral; el primer abogado Esteban Santiago Mesa Sánchez; el primer agrimensor José del Carmen Ramírez Carrasco; el primer dentista Camilo Suero Moquete; la primera mujer odontóloga Gladys de los Santos Noboa que fue también la primera dominicana en conducir automóvil.
Y dice que se equivocan quienes afirman que el desayuno escolar lo instituyó Ercilia Pepín. “Fue doña Atala Cabral Ramírez, directora de la escuela primaria urbana de niñas para 1935”. Refiere una extensa historia para atestiguarlo y narra que Trujillo copió el modelo de la dama y lo amplió.
“El primer presidente sanjuanero fue Wenceslao Figuereo y después han sido Emilio de los Santos, del Consejo de Estado y Danilo Medina. Caamaño no nació aquí, aunque es hijo de sanjuanero”.
El escritor.
Villa nació el 27 de octubre de 1938, hijo de Eliseo Castillo del Rosario y Mercedes María Mateo. Realizó sus primeros estudios en la escuela Francisco del Rosario Sánchez y la secundaria en La Normal “María de los Ángeles Martínez de Trujillo”, nombre de la esposa del dictador. “La universidad la inicié en 1972 cuando fundamos la extensión de la UNPHU”.
Es el autor de “Las calles de San Juan, biografía de la ciudad”; “Barriga verde”, “San Juan de la Maguana, Una introducción a su historia, de cara al futuro”, con Luis Enrique Matos y José Enrique Méndez, ganadora del primer premio del concurso sobre historias de las provincias patrocinado por el Ministerio de Cultura.
También escribió “Semblanza para un maestro”, con fotos y biografías de educadores locales; “Oda para Papá Liborio”, del que considera se conoce muy poco. Él es liborista y tocador de palos. “Reseña histórica del periodismo en San Juan de la Maguana”, “Costumbrismo 1, 2, 3 y 4” (4 tomos), “Mi pueblo es así”. Estas últimas están inéditas pero grabadas en discos compactos, listas para la imprenta.
“Los escritores de provincias no pueden publicar sus libros, no tienen fondos suficientes y las instituciones como la UASD, la UCE y otras no nos han prestado su apoyo. Esperamos que el Archivo General de la Nación haga diligencias para que nos ayuden en ese sentido. Aquí hay más de 100 escritores, yo tengo 10 libros a la espera”.
Orgulloso de su pueblo, ocurrente, refiere pasajes y versiones populares que los caracterizan. Barriga verde, por ejemplo, explica porqué a ellos les llaman así.
También dicen que “los sanjuaneros no tienen mala cara”, que siempre caminan por el centro de sus calles y que quien bebe el agua del lugar no se va “porque es sabrosa”. “En la batalla de Santomé, Santana exclamó: ‘Ay de usted general Cabral si deja que los haitianos beban las aguas del río San Juan”.
A San Juan de la Maguana le dicen la ciudad de los parques, del valle, de Anacaona y Caonabo, El granero del sur (“porque el 50 por ciento de la producción de granos sale de aquí”.
Además, “dicen que el que nos visita y no come chen-chen con chivo y chacá no ha venido a San Juan”.
Villa atribuye su perfecto estado físico y excelente memoria a que ejercita mente y cuerpo. Es presidente del Instituto Duartiano, filial San Juan de la Maguana, miembro de la subcomisión provincial permanente de Efemérides Patrias, de la respetable Logia Odfélica y perteneció al Club Rotario Anacaona.
Ahora sigue escribiendo sus libros en mascotas, pero no los pasa a máquina como antes. “Ya no, ya me cansé”. Otros le auxilian en computadora. “Escribir es una dedicación permanente, yo, a pesar de mis otros trabajos, he vivido preguntando a los que saben y han vivido mucho. También me apoyo en mis propias vivencias. Las entrevistas no las grabo, las escribo”.