Charles Chaplin: un provocador de la ley

Charles Chaplin: un provocador de la ley

En el tiempo  de Chaplin el “cuco epocal” era el comunismo. Hoy es el terrorismo y en su nombre se cometen atropellos, como antes

En estos tiempos tan difíciles, en los que todavía lucen vigentes los principios  del macarthysmo, la figura de Charles Chaplin, célebre por su personaje de Charlot, fácilmente podría ser calificado de terrorista. Acuden a la memoria los múltiples papeles que interpretó en el celuloide, así como los roles de importancia que la vida lo obligó a desempeñar.

 En el tiempo de Charles Chaplin el “cuco epocal” era el comunismo. Hoy lo  es el terrorismo y en su nombre —lo mismo que antes— se cometen y justifican  todos los atropellos posibles. Si bien es cierto que el terrorismo ha sacrificado muchas vidas inocentes, en el altar opuesto esas víctimas se han elevado a una potencia infinita. Sólo en Irak, para poner el ejemplo más reciente, de acuerdo con las cifras suministradas por Amnistía Internacional, los civiles sobrepasan con largueza, el millón de muertos.

Charles Spencer Chaplin, víctima de la intolerancia política, fue una de las figuras más importantes de la primera mitad del siglo XX y su nombre, casi se ha convertido en un icono. Aunque nació en Inglaterra, es los Estados Unidos donde la fama le sonríe, pero será allí también Norteamérica donde conocerá la infamia a un grado tal, que la humillación a la que lo sometieron, casi se puede considerar un viacrucis.

Charles Chaplin, además de actor fue el guionista de la mayoría de sus películas. Era un ejecutante virtuoso del violoncello y un excelente poeta.. Toda esa sensibilidad artística provenía de sus progenitores. Su padre, del mismo nombre, era un excelente ejecutante del anterior instrumento, pero era adicto al alcohol y moriría joven. Su madre, Hannah, cantante y bailarina, era además una actriz de bajo perfil y para desgracia familiar, también alcohólica. Este sería el deprimente ambiente en el que se educarían el joven Charles y su hermano.

Después de alcanzar reconocimientos, primero en el teatro (dentro de una compañía itinerante); más tarde en el cine mudo y por último, en el parlante, donde demostraría su inagotable talento.  Este mismo talento se encargaría de labrar su desgracia en territorio norteamericano, ayudado por el morbo de los medios de comunicación, los que agudizarían los problemas del genial actor inglés.

Después de grandes éxitos como “La quimera del oro”, “Tiempos modernos” y “El gran dictador”, en l947 Charles Chaplin firma la película Monsieur Verdoux.  Las comparaciones entre los crímenes del personaje y los que cometían los Estados Unidos y sus aliados durante la guerra fría, no resultó del agrado de las autoridades norteamericanas. Chaplin criticaba las desigualdades sociales, la burguesía y el sistema judicial capitalista. Esto le valió la acusación de comunista y no tardaría en ser citado por “L  a Comisión de Actividades Antinorteamericanas” que presidía el tristemente célebre Joseph McCarthy. En prin cipio Chaplin se negó a aceptar la invitación, pero ante las presiones advirtió “que lo haría vestido como Charlot”, añadiendo lo siguiente: “—¡Le declaro la guerra a Hollywood. Soy un provocador de la Paz¡”

Al amenazar con asistir vestido como un chusco a la obligada cita, le estaba dando a entender al Senado que se avenía a participar en ella, siempre y cuando fuese esta considerada una comedia.  La comisión y el senador McCarthy también lo entendieron de ese modo y decidieron cancelar el encuentro. En 1952  se ausentó de EU por breve tiempo, lo que fue aprovechado por las autoridades norteamericanas para cancelarle su visado e impedirle el regreso.

EL PEREGRINAJE

Aprovecharon una breve ausencia para quitarle la visa

Chaplin  inició un peregrinaje por una Europa demasiado politizada, con la pesada acusación de comunista sobre sus hombros,  Finalmente encontró un lugar en Suiza (Corsier-sur-Vevey), donde asentarse con sus hijos más pequeños y con su esposa Oona O´Neill, hija del dramaturgo y Premio Nobel de Literatura, Eugene O´Neill.

En 1972, Hollywood y la sociedad norteamericana, que le habían dado la espalda, quisieron enmendar la injusticia cometida y le concedieron a Charles Chaplin un Oscar honorífico. Este homenaje tardío no logró disipar del horizonte del genial actor inglés todas las negras nubes de la persecución ni la humillación a la que fue sometido y, al día siguiente de haberlo recibido, regresó a su hogar en Suiza.

Ya en su venerable ancianidad, la reina Isabel II de Inglaterra lo condecora y lo nombra caballero. De ahora en adelante pasaría a llamarse sir Charles Chaplin. El 25 de diciembre de 1977, este provocador de la paz, fallecería en el tranquilo rincón que había elegido después de ser expulsado de los Estados Unidos.

Una de sus películas más exitosas fue “Tiempos Modernos”. Ojalá que pudieran aparecer muchos individuos de la estatura moral de sir Charles Chaplin, para que sirvan de relevo y pudieran convertirse en “provocadores de la Paz”, porque es algo que evidentemente necesitamos con urgencia.

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