Chichén Itzá es el sitio arqueológico más grande e importante de la civilización Maya precolombina, está ubicado al Norte de la península de Yucatán, en México. Estas ruinas Mayas se extienden sobre una superficie de 3 kilómetros cuadrados. Chichén Itzá fue uno de los centros más importantes de la civilización Maya. Entre el 800 y el 1200 D.C., Chichén Itzá fue el mayor centro político, militar y religioso de todo Yucatán.
La ciudadela posee numerosos edificios de diferentes estilos arquitectónicos, entre los cuales se destacan sobre todo la Pirámide de Kukulkán, conocida también como “El Castillo”. También se encuentra el Observatorio Astronómico, llamado “El Caracol”, el Templo Maya de los Guerreros, entre otros. En 1988 Chichén Itzá fue incluida entre los sitios Patrimonio Mundial de la UNESCO. En 2007, la Pirámide de Kukulkán fue nombrada una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno. El sitio se ubica en las cercanías de dos cavidades naturales, llamadas Cenotes o “Chenes”. El nombre Chichén, está compuesto por “Chi” (Bocas) y “Chen” (Pozos). Itzá, es el nombre de la tribu Maya que allí se asentó. Este sitio Maya originalmente, fue fundado por antiguos pueblos Mayas de la Península de Yucatán, en el siglo VI A.C.
Los principales edificios fueron realizados según el estilo arquitectónico Puuc, propio de las culturas preclásicas. Estas edificaciones están ubicadas al Sur de la plaza principal e incluyen la Casa de la Escritura Oscura (Akabtzib), la Casa Roja (Chichanchob), la Casa de las Monjas, el Convento y el Observatorio El Caracol.
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En el siglo X, luego del colapso de las ciudades Mayas, Chichén fue invadida por poblaciones extranjeras, probablemente los Itzás (de donde proviene el nombre de la ciudad), aunque algunos investigadores sostienen que los Itzás llegaron 200 o 300 años más tarde. Originalmente la ciudad se llamaba Uuc Yabnal según algunos estudiosos.
El edificio más espectacular de la ciudad es la Pirámide, una impresionante estructura arquitectónica también conocida como “El Castillo”. La Pirámide, está dedicada a Kukulkán, una deidad tolteca que corresponde a la deidad azteca de Quetzalcóatl (el dios pájaro emplumado). La Pirámide, de 24 metros de altura sobre la plaza principal, tiene cuatro lados con 91 escalones cada uno para un total de 365 escalones (el número de días del año), estos lados están orientados según los cuatro puntos cardinales.
En Chichén Itzá, el equinoccio es un momento mágico, tanto en primavera como en otoño (21 de marzo y 21 de septiembre), las sombras que proyecta el sol poniente dan la impresión de una serpiente ondeando por las escaleras. Una escultura de una serpiente emplumada Maya en la cima de la pirámide es el símbolo de Quetzalcóatl, una de las principales deidades de las antiguas poblaciones mesoamericanas, conocida por esta población como Kukulkán. Las dieciocho terrazas de cada fachada corresponden al número de meses del calendario Maya, mientras que los cincuenta y dos paneles de cada fachada representan los años correspondientes al siglo Maya, las cuatro escaleras de la Pirámide tienen balaustradas decoradas con larguísimas “serpientes emplumadas” cuyas fauces se abren en la base de la pirámide, mientras que las columnas del templo superior están formadas por serpientes de cascabel cuyas colas sostienen un arquitrabe. En las excavaciones dentro de la pirámide se encontró una estructura que contenía un trono de jaguar rojo con incrustaciones de jade.
El Cenote Sagrado de Chichén Itzá era considerado uno de los sitios de peregrinación más importantes de la cultura Maya. Se trata de una “dolina” (palabra de origen esloveno que significa valle o depresión geológica) de origen kárstico de 60 metros de diámetro, paredes verticales de 15 metros hasta la superficie del agua y 13 metros de profundidad.
Las leyendas ligadas a este lugar hablan del sacrificio de jóvenes mujeres ricamente vestidas, en realidad los sacrificios en el cenote eran principalmente de niños, vestidos a imagen de las deidades y sacrificados en ceremonias ligadas al mito maya de la creación.
Otros edificios importantes son el Observatorio Astronómico, llamado el Caracol, el Juego de Pelota y el Tempo de los Guerreros. El Observatorio El Caracol es una impresionante construcción de dos niveles desde cuyas ventanas los Mayas estudiaban los ciclos de la luna, las estrellas y el paso del tiempo.
El área de Juego de Pelota se caracteriza por un rectángulo rodeado por dos muros altos y paralelos, en cuyo centro, en la parte superior, hay dos aros de piedra en los que los jugadores debían lanzar el balón utilizando únicamente la cadera, los codos y las rodillas. La superficie de las paredes está decorada con bajorrelieves que representan escenas de juego y sacrificio, mientras que los extremos del campo están formados por dos gradas. El Juego de Pelota en Chichén Itzá indica la llegada y desarrollo de la cultura Itzá, la evolución de las ideas religiosas y el estilo llamado maya yucateco, una mezcla de estilo Puuc e influencias toltecas. Este estilo combina arquitectura, escultura y pintura basados en el militarismo y el culto a Kukulkán, que se extendió en la región Maya en el periodo clásico, produciendo un resurgimiento de la cultura y la sociedad en las tierras de Yucatán. El Templo de los Guerreros, una espléndida construcción sobre una plataforma escalonada rodeada de grandes pórticos. El grupo, llamado de los “Mil Pilares” se encuentra en la base del Templo, puede haber sido un mercado o lugar de reunión. El Templo fue construido alrededor del año 1200 a.C.
En el siglo XVI d.C. los conquistadores españoles Francisco de Montejo y el franciscano Diego de Landa fueron los primeros europeos en visitar la zona y describieron la existencia de la ciudad.
En 1840, John Lloyd Stephens, americano, junto al artista ingles Frederick Catherwood, narra sus impresiones al visitar la zona arqueológica. En esos tiempos el área de Chichén Itzá estaba dentro los terrenos que pertenecían al Sr. Juan Sosa. En 1894 esta propiedad la adquirió Edward Herbert Thompson, este realizó los primeros estudios y exploraciones arqueológicas, apropiándose de varios objetos que envió al Museo “Peabody” de Arqueología y Etnología de Massachusetts, el gobierno mexicano logró recuperar parte de estos objetos. En 1935 a la muerte de Thompson, la propiedad pasó en manos a sus herederos. Hoy día este extenso sitio arqueológico está protegido y mantenido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
Recuerdo mi asombro, en mi visita a Chichén Itzá, luego de conocer el bellísimo pueblo de Valladolid en las cercanías. Estando delante al Observatorio Astronómico, reflexioné con admiración, como fue posible que aquellos antiguos pueblos pudieron calcular con precisión el curso de las estrellas a través de unas ventanas y unas rendijas en el techo del templo. Sus cálculos fueron tan perfectos que pasaron a la posteridad.
Ese día disfruté de un extraordinario espectáculo de luces y sonidos al caer la noche, organizado para los visitantes.
La revelación de la experiencia religiosa del más poderoso de sus dioses, la Serpiente Emplumada, aparece ante e los ojos de numerosos espectadores durante la noche de luna llena de septiembre (equinoccio de otoño), durante la cual se puede admirar la luz reflejada por los rayos de la luna, que se presentan como el movimiento de la serpiente divina cruzando el suelo, que divide la pirámide en el extremo opuesto del cuadrado del Templo de Los Guerreros primero, para luego verla seguir, imitando el movimiento de la serpiente, en ascender, paso a paso, bajo la forma del rayo de luz de la luna, hasta llegar a la cima de la pirámide.
Este misterioso pueblo habitó un gran territorio que, desde Yucatán se adentró a los inmensos bosques de Guatemala. Alcanzaron un poder enorme, fueron comerciantes, sabios y se convirtieron en un pueblo poderoso, respetado y culto.
Unos siglos antes de la llegada de los conquistadores españoles, muchas ciudades mayas fueron abandonadas. Los españoles pensaron utilizar Chichén Itzá como capital, pero sintiéndose intimidados de tanta grandeza, decidieron organizar una nueva ciudad, la ciudad de Valladolid, ciudadela que aun brilla con la belleza colonial de aquella época.
Al final de la tarde, cuando la multitud de visitantes se ha ido y solo quedan unos pocos, se logra captar la esencia y la magia de este lugar. Las piedras se coloran de tonos cálidos de naranja y oro y dibujan inexorablemente sombras reflejadas. Desde lo alto de la pirámide se puede observar el maravilloso panorama circundante y te invade una delicada paz ancestral.