Por Paulina Valenzuela Araneda
Han pasado más de dos semanas desde las elecciones municipales en Chile, y los resultados siguen dando material para la reflexión, con elementos que podrían resonar en toda América Latina: la participación electoral, el significado de los votos nulos y blancos, el impulso de los candidatos independientes y la presencia de mujeres en el ámbito político. Estos factores ofrecen lecciones no solo para Chile, sino para toda una región que enfrenta el desafío de fortalecer su democracia en tiempos de desafección ciudadana.
A pesar de que el voto sigue siendo obligatorio en Chile, y de que en esta elección la multa por no votar se redujo, la participación se mantuvo en niveles altos y comparables a los de elecciones anteriores. El estudio de opinión pública GPS Ciudadano de la consultora Datavoz, realizado en septiembre, mostró precisamente que la ciudadanía percibe el acto de votar como una responsabilidad prioritaria, incluso en momentos de descontento. Para muchos latinoamericanos, votar, aunque sea para anular o dejar en blanco, es una manera legítima de expresarse, un derecho que trasciende coyunturas políticas.
Este escenario plantea un desafío que se debe abordar con prontitud: la necesidad de informar mejor a los votantes sobre sus opciones. En Chile, los datos son claros: en el caso de los consejeros regionales, uno de cada cuatro votantes no eligió a ningún candidato; algo similar ocurrió con los cargos de gobernadores y concejales. A primera vista, esto podría parecer apatía, pero el interés mostrado en la elección de alcaldes sugiere algo distinto.
En realidad, enfrentamos un déficit de representación. La desconexión es profunda y requiere esfuerzos en toda la región para acercar la política a los ciudadanos, lo que implica una educación cívica robusta. Si los ciudadanos desconocen el impacto de los cargos, subestiman su voto y, con ello, pierden la oportunidad de hacer valer sus intereses. Estos datos revelan una tendencia compartida en la región, donde la obligatoriedad del voto no siempre se traduce en una votación informada o motivada.
La fuerte presencia de candidatos independientes en Chile confirma otro fenómeno relevante en varios países de la región: el deseo de los votantes de elegir figuras sin vínculos con los partidos tradicionales. En la elección de alcaldes en Chile, el 60% de los electos fueron candidatos independientes, y de ellos, la mitad compitió fuera de los pactos de partidos. Aunque algunos recibieron respaldo público de partidos —como en el caso de Marcela Cubillos e Iván Poduje en comunas clave—, estos casos fueron la excepción e incluso no resultaron electos. Esta tendencia apunta a una creciente desconfianza compartida en la región, donde los votantes ven en los candidatos independientes una alternativa a las estructuras convencionales.
La representación femenina también sigue siendo un tema clave. En Chile, solo el 25% de los candidatos a alcaldes eran mujeres, reflejando una subrepresentación que sigue presente en toda América Latina. No obstante, se eligieron 57 alcaldesas, lo que implica que aproximadamente una de cada seis comunas será dirigida por una mujer. Además, más de la mitad de estas mujeres electas son independientes, un porcentaje que es ligeramente superior en los hombres en la misma situación. Este dato es indicativo de un respaldo creciente a las candidatas femeninas en una región donde la paridad política enfrenta barreras tanto estructurales como culturales.
En definitiva, estas elecciones nos dejan importantes lecciones que los actores políticos en América Latina no deben pasar por alto. Si queremos construir democracias sólidas, cercanas y representativas, es esencial informar, educar y crear espacios de participación efectiva, especialmente para mujeres y jóvenes. Solo así podremos avanzar hacia una democracia que refleje realmente la diversidad y voluntad de nuestros pueblos.
La experiencia chilena nos recuerda que, incluso en contextos de desmotivación y desencanto, la ciudadanía sigue valorando su derecho a votar como un medio de expresión y cambio. Este es un poderoso recordatorio que una democracia bien informada y paritaria es fundamental para lograr un vínculo genuino con la ciudadanía y avanzar hacia sociedades más justas y equitativas.
Paulina Valenzuela es socia fundadora de DATAVOZ, agencia de investigación de opinión pública y mercado de Chile. Miembro del consejo directivo de WAPOR Latinoamérica y representante de Chile ante Wapor Global