China y su política monetaria suicida

  China y su política monetaria suicida

Julio E. Diaz Sosa

 Sin duda, la noticia geoeconómica de la semana fue el anuncio del Banco Central de China de recortar, una vez más, los tipos de interés en todos los ámbitos. Tanto las tasas de repos inverso (utilizadas para fines de política monetaria) como la tasa de referencia clave de los préstamos (Tasa Preferencial de Préstamos) fueron reducidas nuevamente. Esto ha provocado que el inversionista que desee participar en una transacción de repos utilizando bonos del gobierno chino como garantía se enfrente a una tasa de interés tan baja como el 1.5 %. Es importante destacar que el rendimiento de los bonos del gobierno chino a 10 años ronda el 2 %.

La pregunta que muchos analistas e inversionistas se hacen es la siguiente: ¿Por qué China sigue recortando las tasas de interés de manera acelerada? La respuesta más adecuada es que, durante la crisis financiera global de 2007-2008, los países occidentales, especialmente Estados Unidos y los países de la Unión Europea, se dedicaron a reparar los maltrechos balances privados. Sin embargo, el gobierno chino optó, por lo contrario. Por esta razón, la deuda del sector privado chino como porcentaje del PIB ha superado el umbral del 200 %, una variable que ha sido el catalizador de muchas crisis en el pasado reciente: la burbuja inmobiliaria en Japón en la década de 1990, la crisis inmobiliaria en España e Irlanda en 2010-2011, la crisis de los tigres asiáticos en 1997-1998, la crisis financiera global de 2007-2008, entre otras.

En ese contexto, el gobierno chino, en busca de compensar las perspectivas de crecimiento económico en declive, incentivó el apalancamiento del sector corporativo, y en los últimos 10 años alentó a los hogares a participar en un mercado inmobiliario de lujo mediante hipotecas baratas. Sin embargo, cuando el gobierno de Xi Jinping se terminó de consolidar en el poder en el 2018, decidió iniciar una cacería de brujas en contra del empresariado para que no acumularan tanto poder y destruyan el control del Partido Comunista sobre la economía a través de su sistema de capitalismo de Estado, decidió frenar la fiesta del apalancamiento. Esto provocó que los promotores inmobiliarios enfrentaran serias dificultades de financiamiento, lo que ralentizó drásticamente el mercado.

La solución que el gobierno chino está intentando aplicar para reparar este problema es bajar las tasas de interés, tal como hizo Japón en la década de 1990. Esto ha provocado un entusiasmo en el mercado de valores chino, que cree que con esta medida la crisis desaparecerá de inmediato. Sin embargo, la realidad es que un sector privado excesivamente endeudado, que está sufriendo el impacto de un mercado inmobiliario en proceso de desapalancamiento, no se lanzará a tomar más crédito solo porque las tasas de interés sean más bajas. Si no, pregúntenle a Japón: para compensar la explosión de su burbuja inmobiliaria, en la década de 1990 Japón redujo las tasas del 8 % al 1 %, pero los hogares japoneses se negaron a reactivar el crédito porque todavía estaban recuperándose del golpe.

Ahora surge otra pregunta: ¿Qué debe hacer el gobierno chino para salir de esta crisis? Los responsables de la política económica del gobierno deben reflexionar sobre las lecciones de política monetaria que se enseñan en las universidades. Nuestro sistema monetario y crediticio contempla dos niveles distintos de dinero: dinero de la economía real y dinero del sector financiero. Los gobiernos (a través de déficits) y los bancos comerciales (a través de préstamos) tienen la capacidad de imprimir dinero para la economía real. Por su parte, los bancos centrales solo tienen la capacidad de imprimir dinero para el sector financiero (también conocido como reservas bancarias, creadas principalmente a través de la flexibilización cuantitativa — Quantitative Easing).

Dado el alto nivel de endeudamiento del sector privado chino y un escenario económico interno y global plagado de incertidumbre, sería recomendable desempolvar a Keynes y que el gobierno estimule la demanda agregada a través de la impresión de dinero para la economía real mediante déficits. Esto funciona de la siguiente manera: si el gobierno gasta más de lo que planea recaudar en impuestos (déficits), en la mayoría de los casos se crea nuevo dinero para la economía real. El gasto deficitario del gobierno aumenta el valor neto del sector privado sin agregarle una responsabilidad adicional.

En conclusión, lo que China necesita es más déficit fiscal y creación de crédito, no bajas tasas de interés ni ingeniería financiera, debido al alto nivel de apalancamiento de su sector privado. Un proceso deflacionario en China, similar al que vivió Japón en la década de 1990, sería catastrófico para la economía global, no solo por el peso de China como segunda economía del mundo, sino también por su interconectividad financiera y su papel en las cadenas de valor globales. China es un enclave manufacturero y un centro logístico clave para los países que exportan materias primas y producen bienes de valor agregado. ¡Que Dios nos agarre confesados!

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