Ciudad Nueva 1965: el último baluarte

Ciudad Nueva 1965: el último baluarte

Entró a la guerra de abril como simple observador pensando que el estallido revolucionario le serviría para un futuro estudio sociológico. Pero terminó involucrado en el conflicto, identificado con el pueblo y los constitucionalistas, familiarizado con comandos, alimentando niños, hombres, mujeres, trasladando enfermos, escuchando conversaciones en las trincheras en las noches de vigilia.

Sin embargo, pese a sus simpatías hacia el dominicano en lucha, José Antonio Moreno Morales escribió una de las historias más completas, serias, bien documentadas sobre la contienda porque en ningún momento permitió, “conscientemente”, que su posición ideológica “mutilara, ocultara o tergiversara” los hechos históricos “en detrimento de la verdad o la justicia”.

 “El pueblo en Armas, Revolución en Santo Domingo”, se publicó por primera vez en inglés, en 1970 y en castellano en 1973. El año pasado Miguel D. Mena dio a la luz una edición  de su editorial “Cielonaranja”.

 Moreno era entonces un sacerdote jesuita de 37 años que pasó casi toda la refriega en el barrio San Miguel pero se movía por todas las zonas y conversaba con líderes y  combatientes. El ejemplar no es sólo resultado de su singular vivencia solidaria. Durante y después del conflicto entrevistó diplomáticos, “jefes leales”, marines, mediadores, consultó informes, periódicos tradicionales mientras circularon, “Patria”, “La Nación” y hasta un “pasquín conservador” y boletines de grupos ideológicos diversos.

El autor, que colgó los hábitos, casó, y ahora es padre de tres hijos que vive con su esposa  en un “retiro burgués” que le permite viajar a varios países, no demuestra interés protagónico en su obra ni se apasiona por ningún bando. Narra lo que vivió y lo que le revelaron reportes a los que tuvo acceso.

Detalles políticos, humanos, sociales, económicos de la revolución de 1965 están plasmados en el valioso volumen con toda su cruda realidad aunque lo que exprese no sea favorable a la imagen y conducta de los que defendía.

“Al principio fue curiosidad por saber lo que estaba realmente sucediendo, más tarde me di cuenta de que yo era la única persona con formación sociológica en la zona rebelde y que tenía la responsabilidad profesional de describir y analizar los hechos que estaban ocurriendo a mi alrededor”, manifiesta el entusiasta admirador de Ciudad Nueva, “el último baluarte rebelde”.

Protagonistas. El secuestro de Martínez Francisco, el encarcelamiento de seis líderes militares, por Rivera Cuesta, las reacciones de Donald Reid y Molina Ureña ante la inesperada alocución de Peña Gómez, la desesperación de Reid Cabral por lograr, sin éxito, el apoyo de otros generales para que asumieran la misma postura de Wessin, instrucciones de Juan Bosch desde Puerto Rico, las entrevistas privadas del general Pedro Bartolomé Benoit y la de Rivera Caminero con Molina así como las promesas de lealtad del general Despradel, son parte de las primeras horas relatadas por Moreno quien introduce  un breve perfil personal y antecedentes  históricos que se inician con el tiranicidio.

El liderazgo de Montes Arache y de Francisco Caamaño y la capacidad organizativa de Héctor Aristy, André  Riviére, Manolo González, Ramón Mejía del Castillo (Pichirilo), Juan Miguel Román y Fafa Taveras son tan reveladores como la presencia de Morillo López en el puente Duarte o los lugares donde el estallido tomó por sorpresa al general de los Santos, al agregado naval de la embajada americana y a Antonio Imbert Barrera, quien tiene repetidas menciones en el volumen, en su condición de presidente del Gobierno de Reconstrucción Nacional.

Al héroe de Mayo se le atribuye haber comenzado “su Operación Limpieza” contra

las fuerzas rebeldes y la negativa rotunda de que se estableciera un nuevo gobierno encabezado por Antonio Guzmán que había sido ministro de Agricultura de Juan Bosch.

Félix Goico, Nicolás Pichardo, Luis Julián Pérez, Jordi Brossa, figuran negados a formar parte del gobierno de Imbert.

Moreno explica, en otro orden, el proceder de Benoit frente a los norteamericanos, la eficaz mediación del Nuncio Emmanuelle Clarizio, las peticiones de asilo de actores de la guerra y la dedicación de Jottin Cury, Bonaparte Gautreaux, Aníbal Campagna, Salvador Jorge Blanco, “el joven Lachapelle” y otros a sus tareas revolucionarias.

Describe comandos, cabecillas, integrantes, asaltos a almacenes, el aceite, la malta alemana, el arroz, chocolate, galletitas, sardinas, leche en polvo que procuraba y hasta proporciona los nombres de esposas de combatientes y hermosas solteras que cocinaban.

A pesar de los ametrallamientos y bazucas, ataques masivos, bajas y deserciones, emboscadas y fuertes bombardeos, Moreno imprime toques humanos, conmovedores a este largo relato que es un himno a la solidaridad de un extranjero hacia los dominicanos, escrito en 259 páginas (Edición Cielonaranja).

Es interesante la descripción de cómo se convirtió Caamaño en líder de la revolución, los encomiables o censurables roles desempeñados por Pichirilo, Barahona, Chez Javier, Traboux, Hernando Ramírez, García Godoy, Bunker, Bundy, Martin, Silié Gatón, Antonio del Rosario, Bennet, Julio Cuello, el presidente Johnson, Enriquillo del Rosario, Heywood, Echols, Peña Taveras, entre muchos, unos “moderados”, otros “extremistas”, algunos calificados incorrectamente de comunistas.

“El pueblo en Armas”, rinde especial tributo a Ramón Mejía del Castillo (Pichirilo), “una de las figuras más pintorescas de la revolución, asesinado por la espalda en el verano de 1966”.

(La mayoría de las fotos que ilustran este trabajo son obra de Milvio Pérez, facilitadas por la Fototeca del Archivo General de la Nación).

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