Ciudades tolerantes: París, San Francisco, Washington, Austin

Ciudades tolerantes: París, San Francisco, Washington, Austin

Rafael Acevedo Pérez

(2/n)

Los grandes emperadores de la antigüedad desarrollaron diversos mecanismos de tolerancia para los pueblos conquistados. Uno de los más pintorescos era adoptar o cooptar a los hijos de los reyes y jerarcas vencidos y llevarlos a sus cortes en calidad de “protegidos”, y, obviamente, como rehenes, para garantizar la lealtad y sumisión de los vencidos, así como también para culturizar y domesticar al rehén bárbaro, a quien se le convertía en un “hijo de la familia imperial dominante”; y al resto de los conquistados, en una especie de “parentela”. Uno de los casos más conocidos es el de Atila, príncipe de los Hunos, a quien se le llevó a Roma y fuera educado en la cultura latina; y que más tarde, siendo conocedor de las debilidades culturales y militares de los romanos se convirtió en una temible amenaza para estos.

Los romanos también enviaron al exilio a grupos y líderes judíos, quienes luego eran vigilados y tolerados en otras ciudades del imperio, mas no en Jerusalén, donde podían conspirar y armar rebeliones. En el mundo antiguo y en nuestros tiempos se han desarrollado ciudades, generalmente capitales, en las cuales se desarrolla una mayor permisividad a conductas que no son toleradas en ciudades regionales y conglomerados urbanos menores.

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El caso de París, la “Ciudad Luz”, es uno de los grandes ejemplos de tolerancia a conductas no admitidas en otras capitales y ciudades menores, y se ha dado bienvenida a conductas que en sus lugares de origen eran objeto de incomprensión, minusvaloración, intolerancia, discriminación o maltrato. Por lo cual, grandes talentos de todos los tiempos se han trasladado a esas grandes ciudades, donde han ejercido sin obstáculos sus vocaciones y oficios, y a la vez han hecho grandes aportes a la sociedad en diversas áreas, especialmente en las artes liberales.

Un estudio reciente de Gallup en los Estados Unidos ha mostrado que actualmente las ciudades de mayor tolerancia son precisamente aquellas que atraen a los mejores talentos. En ese sentido, San Francisco, por muy largo tiempo ha encabezado las favoritas, seguida Washington y Austin, Texas, entre otras. (Las capitales nórdicas encabezan la lista mundial).

Las personas de mayores talentos suelen preferirlas, por lo cual, dichas ciudades suelen encabezar el desarrollo en diversas tecnologías y artes, y se convierten en centros de atracción de talentos.

Obviamente, poseen, entre otros atractivos, la capacidad de tolerar conductas consideradas divergentes, rechazadas o no bienvenidas en otros conglomerados urbanos.

En las ciudades tolerantes se desarrollan patrones de compatibilidad y asociación que permiten modos de vida y convivencia liberales, más placenteros y carentes de prejuicios que obstruyan el libre discurrir de sus vidas privadas y públicas, así como el desarrollo de sus valiosísimos talentos. Llegando muy a menudo a hacer grandes aportes a la comunidad universal y reconocidos y homenajeados en sus lugares de origen, donde eran menospreciados u obstaculizados.

Conviene destacar que esos patrones de tolerancia nunca han sido “inducidos” por organismos o entidades. No es inteligente forzar ni imponer tolerancia. Muchos menos por extraños.