El acoso escolar extiende sus garras. Su campo es más amplio gracias al internet y a la pandemia. Así, el atropello de estudiantes a compañeros halló en las redes sociales un nicho para acomodarse y expandirse este año lectivo virtual y de acuerdo con los reportes de centros públicos y privados las denuncias aumentaron en alrededor de un 57%.
Aunque los ataques, los insultos, las vejaciones desde la web son ya algo viejo, la docencia digital acrecentó el maltrato y para los agresores constituye una herramienta de daño que explotan de múltiples modos. Es como si fuese un menú a la carta.
Esto lo sabe bien la profesora Ana Romero Franco, cuya experiencia como coordinadora de un centro escolar privado y funcionaria del distrito escolar 15-01 le avala para detallar las dimensiones de una situación que afecta el desempeño académico y social.
“Desde el distrito educativo pude abordar el problema de una manera más amplia, más generalizada, cómo los estudiantes usaban las plataformas para menospreciar a sus compañeros, con insultos, con indirectas sobre su físico, su inteligencia, su nivel social y hasta con amenazas de muerte”, expone.
¿Cómo actuar? Ante estos casos tan delicados, recomienda al maestro reportar a la coordinación, que debe asumirlo e involucrar al área de sicología u orientación, o hacerlo directo a esos departamentos, suministrar todos los detalles y dar seguimiento.
Eso sí, deja claro que estos estamentos cuando reciben el informe deben llamar a los implicados, víctimas y victimarios y a sus padres o tutores para discutir el caso y establecer acuerdos o sanciones, según la gravedad de la falta, que el manual de disciplina del Ministerio de Educación define leve, grave y gravísima.
Esos progenitores o representantes tienen el deber de mantener una actitud de colaboración para resolver el caso y claro, el plantel debe mostrar que le interesa solucionar, que le importa esa situación.
Esta es la razón por la que Romero llama a todos los actores, a intervenir, escuelas y colegios, padres, estudiantes y obvio, Ministerio de Educación. Es esencial mostrar si les importa el dolor que padecen las víctimas.
Directo y sutil
El acoso presencial y en línea puede
ser de modo directo con insultos,
denigraciones, amenazas y
hasta golpes, tanto en la escuela
como en las clases a distancia el
agresor puede consumar su amenaza.
La sicóloga escolar Claribel
Larancuent de León detalla que
esta práctica igual implica sutileza
como indirectas, puyas, en el caso
de la docencia vía web obviar a
alumnos, dejarlos fuera de grupos,
ignorarlos.
“Ahora usaron mucho las redes
para formar grupos que conversaban
y jugaban después de clases y
algunos estudiantes nunca fueron
incluidos o los sacaron, esto también
es violencia, esa marginación
lacera la autoestima y el desempeño
en clases”, alerta.
Alerta que ese mecanismo común
de colocar al agresor y al agredido
en grupos de trabajo para hacer
empatía no es la mejor opción,
porque puede aumentar los ataques,
si el afectado es más inteligente
que el agresor, entonces
vendrá una venganza y si es menos
inteligente, llegarán las burlas.
Lo correcto es ir directo a la raíz,
abordar con los involucrados y sus
representantes y hacerlo de modo
as ertivo
Llama a nunca olvidar que un estudiante
acosador es igual víctima
y que con su maltrato a otros descarga
su rabia, su dolor, su frustración
en los que considera más vulnerables,
por lo que importantiza
trabajar el caso de forma integral,
por la salud de todo el sistema.