Durante la pandemia se han multiplicado los hábitos tóxicos, el estrés…
Dice un refrán hindú: “durante los primeros treinta años de vida, creas tus hábitos. Durante los últimos treinta años de vida, tus hábitos te crean a ti”.
El cerebro es el que funciona con los hábitos, el cuerpo estriado dorsal, el núcleo accumbens, la dopamina y la corteza cerebral refuerzan, activan y mantienen una conducta o una rutina.
Siempre se ha dicho que los malos hábitos son difíciles de cambiar o superar; siempre y cuando no se adquieran nuevos hábitos más fuertes.
Existen personas víctimas de sus propios hábitos placenteros, donde la dopamina del cerebro y núcleo accumbens le comprometen de forma impulsiva, ansiosa a continuar el hábito que poco a poco se va haciendo recurrente para terminar en una adicción, ejemplo: el abuso o dependencia a la nicotina, cafeína, alcohol, drogas ilegales, juegos, compras, comidas, sexo, etc.
Sin embargo, también el estrés precipita o desencadena los hábitos, de ahí que existen personas cuya dopamina y sus amígdalas cerebrales en momento de estrés activa y compromete más los hábitos tóxicos.
A veces una persona comienza con una rutina, o una actividad ocasional, pero al generarle placer, el cerebro recibe la gratificación y empieza por demandar más la continuidad del hábito; poco a poco se continua en la rutina, a mayor estrés, más se refuerza el hábito, hasta terminar en un impulso descontrolado o una dependencia, donde al tratar de parar o posponer siente sensaciones desagradables como son los síntomas de abstinencia que muchas veces la corteza prefrontal no puede frenar, discriminar, ni abandonar.
Conocemos personas compradoras compulsivas o adictas a las compras, que sufren por las implicaciones legales, financiera, pareja, familiar y morales; son hábitos tóxicos, de consecuencias negativas, pero que se hacen de forma impulsiva, ansiosa, donde la dopamina controla la actividad de compra.
Visto así, se hace difícil controlar los impulsos, las rutinas y los patrones de conductas repetitivas; volviéndose una verdadera trampa y tocar fondo en la existencia de una persona.
Los animales actúan por impulsos y rutina, así es que repiten las mismas acciones, pero no tienen la corteza prefrontal desarrollada, por lo que no discriminan, no valoran, no hablan, no piensan, no reflexionan, no saben que es un riesgo o una consecuencia; solo por rutina e impulsos.
Los seres humanos son los que pueden frenar, cambiar, controlar o introducir en sus vidas nuevos hábitos saludables y abandonar los hábitos tóxicos, debido a una función de la serotonina en la corteza prefrontal.
Los hábitos tóxicos y las personas tóxicas son las que eligen comportamientos que dañan, afectan y reproducen sufrimiento, dolor, tristeza o vergüenza; pero también, reproducen daños colaterales, riesgos y vulnerabilidad en otras personas, llegando a ocasionar infelicidad, ansiedad, angustia, depresión o daños psico-emocionales.
Las personas que fluyen en la vida eligen hábitos saludables, ejemplo: ejercicios, lectura, deporte, musicoterapia, tertulias, manualidades, espiritualidad, trabajo, sentido de utilidad, bailan, se ríen, buscan espacios y personas oxigenantes y nutrientes.
Así el cerebro produce más serotonina, más endorfina y dopamina, logrando mejor estado de ánimo, mejor sueño, más alegría, emociones, motivos de vida, calidad y calidez de la vida.
Los hábitos saludables son aquellos que se realizan con control, que refuerzan comportamientos positivos, llegando el cerebro a reconocerlo y auto-gratificarse.
La posmodernidad, la vida de consumo y de auto-gratificaciones inmediata han reproducido en cientos de personas hábitos impulsivos y desproporcionados, llegando a convertirse en una verdadera trampa para el ser humano.
Ahora en la pandemia se han multiplicado los hábitos tóxicos, el estrés, la ansiedad, el desenfoque, el consumo desproporcionado, el abuso de alcohol, ansiolíticos y drogas ilegales.
La clave es, aprender a frenar, controlar, o fortalecer otros hábitos saludables; practicar y convertirse en un militante de una actividad sana, en lo físico, lo emocional y lo espiritual.
La vida para asumirla de forma responsable es con habitos saludables, con estilo de vida que estimule al cerebro, que produzca bienestar, satisfacción, paz, armonía y felicidad.
De eso se trata la vida en cualquier espacio, familia, pareja, amigo, trabajo, relaciones grupales e interpersonales.
Construya y trabaje hábitos saludables, para usted, los suyos y para la sociedad, donde estimule e influya a otras personas a estilo de vida saludable.