Claves que hacen la diferencia en los jóvenes

Claves que hacen la diferencia en los jóvenes

José Miguel Gómez

El problemas no son los jóvenes. El problemas son las circunstancias creadas que les afectan. Sin que les enseñen a ser resilientes, con fortaleza emocional y capaces en construir el juicio crítico para prevenir, enfrentar y salir airoso frente al rosario de trampas en que viven. Miles de jóvenes son vagos productos de la esclavitud y la dependencia con las redes y la tecnología; aprendieron a durar más de diez horas frente a un Internet, entre el chateo, los video-juegos y el Facebook; sin medir las consecuencias, sin poner límite a sus habítos, dejándose conquistar por el entretenimiento, los amigos virtuales y las parejas virtuales; construyendo así una soledad reforzada, con desapego y alexitimia (incapacidad para expresar emociones positivas) para quedar atrapados en el sedentarismo, en la falta de propósito, en el pobre desempeño educativo, en la pérdida de las habilidades y destreza social para competir y luchar en sociedades duras y desiguales.
A otros jóvenes les atrajo el videojuego, el ciberespacio, el mundo mágico y fantasioso del súper héroe que gana batallas, pero que es la ficción construida en la problemática virtual que, en lo social, no es la que ellos viven ni con lo que tienen que lidiar en el día a día. Por otro lado, la trampa del consumismo, la publicidad, el entretenimiento, la cultura de la prisa y la auto-gratificación inmediata, se han encargado de construir la generación sin pensamientos críticos, sin responsabilidad social y sin militancia participativa para enfrentar las temáticas que les afecta en el presente y futuro: inequidad social, corrupción, contaminación ambiental, desempleo, accidente de tránsito, drogadicción, embarazo en la adolescencia, violencia social, disfunción familiar y exclusión al desarrollo sostenibles. De esa construcción dura y deshumana, es que se ha articulado la generación “Ni Ni” que ni estudia ni trabaja. Todas estas realidades las viven cientos de miles de jóvenes en Latinoamérica, siendo vulnerables y riesgosos en su salud mental, en su bienestar, en su porvenir y su felicidad. Es un rosario de problemas psico-sociales, económicos y morales, que ponen en impotencia e indefensión y muerte a los jóvenes que viven desiguales y diferentes del resto que tienen oportunidades, que encuentran salida, que acceden al trabajo decente, al mundo real; pero también a la familia sana, a los amigos sanos, a la educación integral, a la espiritualidad, a la música, al deporte y la cultura, en fin, a una vida con propósitos saludables. Literalmente, ese es el desafío de los jóvenes, aprender a ser resilientes sociales, a tener fortaleza emocional, ser duros en sociedades de duros, a luchar con pasión y dejar la piel para conquistar sus propósitos. Pero tener presente, que ahora se vive de la apariencia, de la exhibición, de la visibilidad, del éxito y de la vanidad, y de la felicidad construida desde el placer y la autogratificación. Es decir, del puro narcisismo social que les lleva a una vida egocéntrica, individualista, sin responsabilidad social, que se auto-engaña con el confort, belleza y la permanecía en las redes sociales. Sencillamente, les han construido el juvenilismo: un mundo vigente para los jóvenes, para el músculo, la energía, la fuerza, la belleza, la rapidez, para la demostración del nuevo héroe que el mercado ha construido. A eso se le llama juvenilismo, sin que le digan a los jóvenes en dónde está la trampa de estas nuevas reglas sociales.
El nuevo desafío es apuntar hacia el logro, la eficacia y la asertividad para vivir en sociedades desiguales. Aquellos jóvenes que aprendan a construir metas y ponerle fecha, a tener objetivo con propósitos alcanzables, a insistir, persistir y resistir en la escuela, universidad, en un trabajo, en la tecnología, en la familia, en los espacios saludables, son los que de verdad logran el desafío y le cierran el camino a las trampas sociales. Jóvenes, de verdad, ustedes no son el problema, pero depende de ustedes, si se lo creen. Es a ustedes que les corresponden el protagonismo y la consistencia de cambiar las reglas en las sociedades duras y excluyentes. El desafío se debate entre el juvenilismo y resiliencia social.

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