En el último año, el negocio de las “cocinas fantasmas” se han popularizado en varios países de América Latina como México, Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia.
“Algunas han cosechado tal éxito que han podido convertirse en franquicia y abrir sus primeros restaurantes físicos”, afirma una publicación de BBC Mundo.
Este tipo de establecimientos se ha hecho atractivo para emprendedores porque requiere una inversión mucho menor que un restaurante tradicional.
Solo se necesita de una cocina, un cocinero, un producto y un convenio con una app como Deliveroo, Uber Eats, Rappi, Sin delantal o Didi para arrancar el negocio.
«En 2018 empezamos de cero y ahora en 2019 trabajamos con 230 cocinas», dice a BBC Mundo Stephanie Gómez, líder del proyecto Dark Kitchens de Rappi para América Latina.
Existen cocinas fantasma que desde el comienzo nacieron así, pero muchos otros restaurantes físicos se decidieron a abrir franquicias solo de cocina y entrega, sin comensales, para mejorar sus servicios.
«Muchos dueños de restaurantes que operan con nosotros se quejaron de cómo los repartidores colapsaban sus locales. Así que comenzamos a rentar establecimientos que fueran únicamente de cocina, para abaratar costes y sacar más beneficio», explica Stephanie Gómez, líder del proyecto Dark Kitchens de Rappi para América Latina.
«En nuestro negocio, solo existiendo de forma virtual, fue muy importante el papel de Instagram. A la gente le empezaron a gustar las hamburguesas y la voz se corrió, llegando incluso hasta el oído de famosos», explica Vicente Cruz, un joven emprendedor mexicano.
De la repercusión que llegan a adquirir estas marcas son conscientes tanto Uber Eats como Rappi, que trabajan con métricas y análisis de datos para no dar pasos en falso a la hora de apostar por una cocina fantasma.
Lograr una gran calidad de producto es uno de los grandes retos de esta industria. Hay que tener en cuenta que al muchos no empezar físicamente, su reputación se forja exclusivamente en las redes y otros espacios en línea.
«Trabajamos constantemente con los cocineros para ver en qué forma pueden mejorar sus productos. El sabor y la presentación son muy importantes», dice Gómez. El control de sanidad, al no ser un restaurante en condiciones, es una de las preocupaciones más comunes entre consumidores.