Coctelera

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¡Feliz domingo, viejo charlatán! No se le ocurra reclamar un viajecito gratis en la OMSA, como se decretó en la “administración anterior”, a no ser que se encuentre con Mandrake El Mago, a quien busca Ditrén para que le solucione sus dificultades….   Tengo para decirle que ahora que tanto se habla de los supuestos cambios que podría hacer el presidente Leonel Fernández el venidero 16, me viene a la mente una anécdota que me relataron hace más años que el carajo. El dictador Rafael L. Trujillo visitó una mañana la Cancillería, temporalmente donde hoy está el Museo de las Casas Reales, en los días que siguieron al terremoto del 4 de agosto de 1946. Allí el gobernante dijo, en un grupo, que planeaba designar en la Secretaría de la Presidencia al señor Manuel Peña Morros (Celito), pero que advertía que no quería indiscreciones, que eso se divulgara. En horas de la tarde, al salir el diario La Opinión, la confidencia hecha por Trujillo aparecía en el diario, claro, atribuyéndolo a fuentes, sin mencionar el nombre del hombre fuerte. Al día siguiente, en horas de la mañana, Trujillo se apersonó a la Cancillería y aparentemente furioso se quejaba de la publicación y preguntó que quién habría sido el responsable de ese hecho….   El nada temeroso intelectual Manuel Arturo Peña Batlle le dijo a Trujillo más o menos estas palabras: Mire, Jefe, puede que esa noticia la recogiera el difunto Diódoro Danilo Vicioso, quien siempre viene por aquí a buscar su materialito. Al oír eso, Trujillo, impresionado, le preguntó a Peña Batlle qué cuando había muerto Diódoro, pues él lo había visto el día anterior, rebosante de salud, precisamente en la Cancillería. Peña Batlle, al darse cuenta de que Trujillo había trocado su rabia por el interés en saber que había pasado con Vicioso, le contestó: No, Jefe Diódoro Danilo está vivo todavía. Pero cuando él sepa cómo ha reaccionado usted ante la publicación, el infarto no se le despinta nadie….   Diódoro Danilo Vicioso fue un periodista que ejerció durante muchos años, en el Listín Diario, La Opinión, La Tribuna y La Nación, especialmente en los aspectos sociales. Era muy conocido y estimado en la sociedad capitaleña. Fue el padre de los hermanos Tony, Danilo y José Vicioso, los tres muertos en accidentes en plena juventud. Es el abuelo de una querida colaboradora de este diario, la señora Chiqui Vicioso, esposa de nuestro también apreciado colaborador y amigo de muchos años, Fidelio Despradel Roque….   Mire, Maginito, en realidad no se donde o cuando nace ese asunto de que los gobernantes hacen cambios en las fechas de la fiestas patrias. Nada los obliga, pero lo cierto es que en múltiples ocasiones lo han hecho. Trujillo también gustaba hacerlo en los días previos a las Navidades. La verdad es que la vainita esa pone nerviosos a muchos funcionarios públicos y sirve de distracción a quienes se olvidan de todo para formar “sus gabinetes”. Lo que sí ha ocurrido es que hay gobernantes con estilos distintos para esas pendejadas. Trujillo, por ejemplo, “soltaba” por vía indirecta dos o tres torpedos quince o veinte días antes de que se esperaba algún nombramiento. Lo hacía a manera de balón de ensayo y entonces enviaba sus “tropas” a investigar las reacciones a los “rumores”…   Cuando esos rumores eran favorables, generalmente el beneficiario era designado en la posición, siempre cuando las simpatías recogidas no fueran porque se consideraba al ganador una especie de persona con futuro político….   Con Balaguer las cosas eran distintas. Bueno, Balaguer no soltaba prenda y hablaba en parábola. Pero cuando querían quemar a alguien, le “designaban” en más posiciones que el carajo. Ese así nombrado, jamás llegaba a juramentarse, pues el viejo y mañoso estadista, que conocía al cojo sentado, no lo entendían ni en su casa…. No se porque se espera que el presidente Fernández remueva la mata. Eso no significa, sin embargo, que se abstenga de hacer algún cambio en el momento que lo juzgue oportuno. Pero no pase por alto un hecho bien visible, mi querido Magino: el presidente Fernández jamás se precipita y en eso se parece un tanto a Balaguer. Solo que hay una diferencia capital entre ellos: Balaguer no tenía piedad con persona alguna a la hora que le tocaban su política, mientras que Leonel Fernández probó en su primer mandato que era muy solidario con sus amigos y sus compañeros de partido. Amén.

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