El almirante de la mar océana está representado y descrito en forma muy desequilibrada en nuestra ciudad colonial.
Colón, junto con dos de sus hermanos, fue apresado y le colocaron grilletes en un pozo en el año 1500 por órdenes del Adelantado y gobernador de la isla, Francisco M. Bobadilla en espera de la llegada de un buque que lo llevara esposado a España.
El almirante rehusó que le quitaran las esposas hasta llegar a ese destino. La ubicación del pozo fue fácil, pues estuvo bien descrita por los cronistas. Está a pocos metros del borde oriental del río Ozama a la altura de la Capilla del Rosario, un poco a la izquierda, al norte del actual muelle de Molinos Dominicanos.
Los arqueólogos dominicanos Marcio Veloz Maggiolo y Elpidio Ortega lo excavaron, localizando la tierra blanda con que fue tapado y evidenciándose el buen estado de sus paredes y fondo. (Ver foto en este artículo). Como no encontraron apoyo para mantenerlo abierto, los dos arqueólogos lo taparon de nuevo.
Sería una gran atracción que ese pozo fuese rescatado y visitado por los turistas, muchos de los cuales nos llegan por el muy cercano muelle de Sans Soucí. El pozo también está muy cerca del muy imponente Faro a Colón, de una arquitectura que algunos han descrito como maya-fascista. El contraste entre la opulencia del Faro y el dramatismo y la tristeza que engendra el pozo harían recordar que “sic transit gloria mundi”, lo efímero que son los éxitos. El muy injustamente tratado almirante moriría apenas seis años después de su encarcelamiento sin haber recobrado influencia política.
El adecuar el pozo para ser visitado no sería costoso. Es asunto de unas escalinatas con barandillas desde la Capilla al pozo y la cobertura del mismo con un techo para defenderlo de la lluvia. Desde el pozo el turista podría ser llevado al Faro.
Existe la falsa idea de que el almirante estuvo preso en la Torre del Homenaje, pero esta se comenzó a construir con posterioridad a su encarcelamiento.
Por otro lado, las estatuas de Colón corren peligro. Hace tiempo que la de Puerto Príncipe fue tirada al mar y la de Ciudad de México, en la imponente Avenida Reforma, ha sido llevada a un parque y sustituida por la de una mujer indígena. La de Columbus Circle en Nueva York está allí por ahora aunque ya se llevaron la del presidente Teddy Roosevelt, que estaba a la entrada del Museo de Historia Natural.
Como la nuestra fue la tierra que más amó Colón, creemos que su estatua debe de seguir donde está, en el parque que lleva su nombre, pero debe de ser removida de ella la de una india desnuda que está escribiendo algo y que mira embelesada al almirante desde el pie del monumento. Lo primero es que los taínos no aprendieron a escribir. Tampoco los taínos admiraban a los españoles.
Es más, muchos de ellos optaron por suicidarse para no tener que seguir trabajando de una forma forzosa. La estatua de la india puede removerse sin alterar la de Colón y ser llevada, ya sea al Museo del Hombre Dominicano, o al Museo de Arte Moderno.
Muchos piensan que esa estatua es de la cacica indígena Anacaona sin recordar que esta, cuando la matanza de Jaragua, fue ahorcada por los españoles.
El adecuar el pozo para ser visitado no sería costoso. Es asunto de unas escalinatas