Las «desvinculaciones» del Estado y sus autonomías, así descritas con una palabra que desdibuja la crueldad de suprimir medios de subsistencia, llegan en ocasiones a lo cuantioso, indicación de que ocurren sustituciones de personal para crear vacantes a llenar por súbditos partidarios que presionan por cargos.
Las cancelaciones que resuenan no siempre van en la dirección de eliminar empleos supernumerarios.
La maquinaria que devora sustentos de unos para beneficio de otros, suele entrar en acción bajo el criterio, que se resiste a morir, de que el desempleo de políticos ganadores de elecciones concede derechos a desplazar de posiciones remuneradas a ciudadanos sin atención a los beneficios al país que generen sus desempeños a veces especializados.
Sin verificarse si prestan o no buen servicio por su preparación y experiencia y que jamás se aprovecharan de funciones para enriquecerse.
El mérito que gana esta gestión con programas sociales para atenuar la pérdida de ingresos por la arremetida del coronavirus, disminuye si en ciertos ámbitos del tren administrativo ocurren despojos de lo que en buena ley se reciba como servidor del Estado.
Los incondicionales del partidarismo no tienen más derechos a ocupar puestos gubernamentales que los demás ciudadanos. Para sentar reales en el poder basta con ocupar diversas posiciones ejecutivas bien pagadas, con parafernalias costosas y todo.
Fronterizos en el atraso
En las proximidades de Haití, y no muy lejos de las precariedades que se viven al otro lado de la frontera, moran muchos dominicanos que también saben lo que es pobreza, que no cuentan con agua potable en sus propias viviendas. Constituyen el 63% de familias sometidas al subdesarrollo que las motivaría a seguirles los pasos a los forasteros que han avanzado hacia el Este de la isla que más oportunidades ofrece. Que más respuestas proporciona a sus urgencias.
¡Sí! Allí, cerca de la miseria que genera la trashumancia de muchedumbres haitianas que ya ocupan la mayoría de los empleos que generan la construcción y las recolecciones de cosechas en este lado, existe un grado de marginalidad de la que deben ser salvados sus habitantes a fin de constituir una República socialmente homogénea, fomentando inversiones y mejorando servicios.