Como aquella primera lluvia de mayo

Como aquella primera lluvia de mayo

Marien Aristy Capitán

Como aquella primera lluvia de mayo de nuestra infancia, que nos llenaba de alegría y emoción cuando la sentíamos sobre la piel porque nos regalaría una juventud que por entonces ni necesitábamos, las primeras gotas que cayeron ayer fueron un bálsamo sobre mi alma.

Con algunas arrugas que comienzan a adivinarse y unas pocas canas que ya se ven, este nuevo mayo es muy diferente: hoy se cumple el primer año de la despedida de Leonora Ramírez, lo que convirtió el día en una jornada agridulce.

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Desde hace doce años cada primero de mayo celebro la vida de Begoña, mi hermana, quien tuvo cáncer de mama pero afortunadamente está bien. Leonora, en cambio, falleció por esa enfermedad hace 366 días (tras luchar casi dos años).

Bego y Leo son dos de las personas más importantes en mi vida y, por ironías del destino, vivieron historias parecidas pero con final distinto. Cuando pienso en ellas solo puedo afirmar que es vital aprovechar las segundas oportunidades porque no todos tenemos ese privilegio.

A veces necesitamos sacudidas fuertes para aprender. Yo llevo tres porque el año pasado también murió Gior Peña, quien lidió con ese cáncer nueve años. Ellas me enseñaron a no esperar la enfermedad para ser feliz. Vivir es alegría y pasión.