En el centro de cría de linces La Olivilla de Santa Elena, Jaén, el sur de España, un grupo de conservacionistas se reúnen en una oficina, en torno a un televisor.
En la pantalla se ve a un lince ibérico jugando con un conejo doméstico, aprendiendo a cazar, en uno de los recintos del centro.
Apenas tiene unas semanas de vida, y no supera en tamaño a un gato pequeño, pero ya tiene las orejas puntiagudas y la piel moteada que hace a la especie tan reconocible.
Golpea al conejo con las patas, pero aún le queda mucho que aprender para empezar a matar a sus propias presas.
Cuando sea capaz de ello, probablemente será liberado en la naturaleza, como muchos otros animales nacidos en cautividad en el centro.
Hace tan solo una década el Lynx pardinus estaba al borde de la extinción.
Solamente estaban registrados 90 linces en Andalucía, en el área de Andújar, Jaén, y en el parque nacional de Doñana, una reserva natural de Sevilla y Huelva.
«Salvar la especie»
Sin embargo, gracias a una intensa campaña llevada a cabo en los últimos años la población ha crecido considerablemente.
Se calcula que el año pasado 327 linces vivían ya de forma itinerante entre el sur, el oeste y la zona central de España, así como en partes de Portugal.
«Estamos en el camino de salvar la especie», dice Miguel Simón, el director del programa de conservación Iberlince.
«Perder este tesoro natural único hubiera sido tan malo como perder la Gran Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada (ambos en Andalucía, España)», compara Simón.
¿Cómo es un lince?
– Es un gato montés de tamaño mediano
– Hay cuatro especies de lince: boreal o eurasiático, ibérico, canadiense y rojo.
– El eurasiático es el más grande. Mide unos 60 centímetros, aproximadamente como un perro labrador adulto.
– El lince ibérico es uno de los gatos monteses pequeños más raros del mundo y vive en España y Portugal.
– El lince rojo es autóctono de América del Norte, mientras que el canadiense vive en Canadá y en Alaska.
– Suelen estar activos de noche, y cazan ciervos, conejos y liebres para alimentarse.
– Son preciados por los cazadores furtivos por su piel.
– La mayoría están incluidas en la lista de especies amenazadas o en peligro.
En junio la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) modificó el estatus del lince ibérico de «en peligro crítico» a «en peligro».
En su evaluación, la organización describió la recuperación del mamífero como «una excelente prueba de que la conservación funciona de verdad».
Cerca de 140 individuos han sido liberados en la naturaleza, siguiendo una técnica utilizada por conservacionistas alemanes.
Las malas noticias
Salvar al lince de la extinción no ha sido barato.
Entre 2002 y 2018 el programa habría recibido unos US$76 millones, principalmente de la Unión Europea.
Y gran parte de ese dinero se destinó a tres centros de cría de España, incluido el de Santa Elena, y a uno en Portugal.
Teresa del Rey Wamba, una veterinaria que trabaja en el programa, dice que dos de los factores que dificultaron tanto la situación de la especie fueron la falta de una presa adecuada y la caza ilegal.
Luchar contra la caza furtiva y fomentar el crecimiento de la población de conejos, la comida favorita del lince, era por tanto fundamental. Y todos colaboraron, desde los propietarios de las tierras, hasta los gobiernos locales o las federaciones de caza.
Pero no todo son buenas noticias.
El año pasado 22 linces murieron en las carreteras españolas, tras ser atropellados.
Simón reconoce que esto es un problema, pero subraya que también refleja cómo ha aumentado el movimiento de los linces a medida que ha ido creciendo su población.
Su organización ha supervisado la construcción de túneles subterráneos, hechos a la medida de los animales, para que estos puedan cruzar sin peligro las carreteras.
Pero más que los accidentes, lo que le preocupa es el brote de una enfermedad hemorrágica entre los conejos en Europa, causada por un virus altamente contagioso.
«Batalla que nunca termina»
Esta enfermedad está reduciendo la población de estos animales, la dieta básica de los linces, desde 2011 y disminuyendo su tasa de reproducción.
Ante esto, sacar al lince de la lista de IUCN de las especies «en peligro crítico» fue incorrecto, de acuerdo a Emilio Virgos, un experto de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
«Si toda la información que tenemos sobre cómo vive, sobrevive y se reproduce esta especie es correcta, y no tenemos razones para pensar lo contrario, el número de linces… disminuirá de forma drástica», dice sobre la perspectiva para los siguientes años.
Así, advierte que durante varias décadas la extinción seguirá siendo una posibilidad.
Sin embargo, a pesar de que está preocupado por el brote, Simón cree que el pronóstico de Virgos es «alarmista».
Y como respuesta, apunta a un plan de emergencia para aumentar la población de conejos.
Su éxito en gran parte de que la financiación continúe.
«La batalla por la conservación del lince nunca termina», sentencia.