Llega con poder. Un partido de 46 años de edad es, indiscutiblemente, una entidad experimentada y de líderes forjados en el fragor de la competencia política; máxime si ha pasado casi la mitad de su existencia ocupando las instancias más altas del poder, ganando elecciones, respaldado por la voluntad popular libremente expresada en las urnas.
Creo que, a grandes rasgos, el PLD ha cumplido el propósito declarado por Juan Bosch en la fecha fundacional del 15 de diciembre de 1973, cuando lo fijó “en construir una organización que tuviera como objetivo completar la lucha de Juan Pablo Duarte: “Lograr una patria libre, soberana e independiente, en la cual impere la Justicia Social y el respeto a la dignidad humana”.
Los peledeístas deben sentirse satisfechos, porque realmente somos una patria libre, soberana e independiente. En materia de justicia social y dignidad humana hemos avanzado mucho, pero estas metas del desarrollo requieren trabajar duro, con dedicación e impulso constantes, pues ambas provienen del respeto a la Constitución y la buena praxis de gobernantes y gobernados.
Bosch supeditó tales objetivos a la creación de una sólida organización, de líderes, con métodos de trabajo diferentes, que aseguraran una consistente disciplina, mística arraigada y vocación de servicio al pueblo dominicano, basados en el esfuerzo colectivo, la unificación de criterios y los principios del centralismo democrático.
Leonel Fernández resquebrajó esta última parte con su apuesta a dividir al partido y sacarlo del poder, si no era el candidato presidencial. No lo logró, se marchó, y “el PLD está unido, activo y más fuerte que nunca”, como dijo Gonzalo Castillo mientras celebraba este 46 aniversario abarrotando las calles de Santiago y el Gran Santo Domingo a ritmo de merengue, preparándose para ganar otras elecciones.