Cómo murió la Virgen María: una habitación llena de luz, milagros y Jesús presente

Cómo murió la Virgen María: una habitación llena de luz, milagros y Jesús presente

Muerte de la Virgen María (Fuente externa)

El 15 de agosto, los católicos de todo el mundo celebran el día de la “Asunción de María”. O, como se la conoce vulgarmente, la fiesta de “santa María”.

En muchos países o ciudades, la fecha es feriado. Dicho dogma se refiere a que María subió en cuerpo y alma al cielo.

No debemos confundir la “Ascensión de Jesús al cielo” con la “Asunción de María al cielo”. La diferencia reside en que Jesús ascendió al cielo por la propia omnipotencia de su divinidad, porque siendo verdadero Dios y verdadero hombre ascendió para sentarse a la derecha de Dios Padre.

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La Asunción de la Virgen María, cuadro de Tizziano

En cambio, la Virgen María subió al cielo debido a que Dios no permitió que se viera la corrupción de la carne de aquel vientre donde Él decidió que se encarnara su hijo Jesús. Por eso fue asunta al cielo en cuerpo y alma, por la voluntad y la fuerza de Dios.

Esta fiesta es común a católicos y ortodoxos, aunque con ligeras variantes. Para los católicos es un “Dogma de Fe”.

¿Qué es un dogma? Según el catecismo de la Iglesia Católica los dogmas ”constituyen la base inalterable de toda la doctrina católica y cualquier católico está invitado a adherir, aceptar y creer en los dogmas de una manera irrevocable”.

 Los católicos están obligados a creer por fe en ellos y el número de los principales dogmas es 44. Están subdivididos en 8 categorías diferentes: dogmas sobre Dios, sobre Jesucristo, sobre la creación del mundo, sobre el ser humano, dogmas marianos, sobre el papa y la Iglesia, sobre los sacramentos y sobre las últimas cosas.

Este dogma de la Asunción de María fue el último dogma definido por la iglesia católica. Dictado por el papa Pío XII, culmina con una anatema: “Por eso, si alguno, lo que Dios no permita, se atreviese a negar o voluntariamente poner en duda lo que por Nos ha sido definido, sepa que se ha apartado totalmente de la fe católica.”

En 1849 llegaron las primeras respuestas a las consultas emitidas por la Santa Sede de parte de los obispos de todo el mundo, para que la Asunción se declarara como doctrina de fe.

El papa Pío XII, en 1946 volverá a consultar a los obispos por medio de la carta “Deiparae Virginis Mariae” sobre el dictamen de dicho dogma y la respuesta fue casi unánime: sólo seis respuestas, entre 1.181, manifestaban alguna reserva sobre el carácter revelado de esa verdad.

El 1 de noviembre de 1950 se publicó la constitución apostólica “Munificentissimus Deus”, en la cual el papa, basado en la tradición de la Iglesia católica y tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles guiados por sus pastores, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y con el consenso de los obispos del mundo, declaraba como dogma de fe la Asunción de la Virgen María.

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La Asunción de la Virgen María, en la versión de Rubens

Allí se lee: “…Por tanto y después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.”

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Si leemos con atención el texto del dogma, en ningún lado dice “luego de su fallecimiento”, o “al fallecer”. Solo se refiere a su partida como: “cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.”

El miércoles 2 de julio de 1997 el papa Juan Pablo II, en su catequesis, explicaba sobre este tema a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro. Puso, entonces, algo de claridad sobre este párrafo por demás confuso: “al definir el dogma de la Asunción, Pío XII no quiso usar el término ‘resurrección’ y tomar posición con respecto a la cuestión de la muerte de la Virgen como verdad de fe.

La bula Munificentissimus Deus se limita a afirmar la elevación del cuerpo de María a la gloria celeste, declarando esa verdad ‘dogma divinamente revelado…’ A continuación, se fue desarrollando una larga reflexión con respecto al destino de María en el más allá. Esto, poco a poco, llevó a los creyentes a la fe en la elevación gloriosa de la Madre de Jesús, en alma y cuerpo, y a la institución en Oriente de las fiestas litúrgicas de la Dormición y de la Asunción de María… Por eso, de la misma manera que la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de esta victoria, así la lucha de la bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal”.