Echo a un lado la cuestión electoral esta semana para abordar un problema actual de naturaleza económica y social, que podría repercutir políticamente si llegara a quebrar, o salir del mercado, un porcentaje importante de las 500 fábricas de quesos grandes, medianas y pequeñas que compiten contra productos extranjeros subsidiados, una amenaza para las empresas nacionales, que representan el sustento para miles de trabajadores.
Me refiero a las denuncias serias y ponderadas de hacendados y agricultores fabricantes de quesos criollos, que reclaman a las autoridades de Industria y Comercio la ejecución de medidas apropiadas para disminuir los efectos de la entrada masiva al mercado de quesos importados subsidiados en sus países de origen, los cuales -debe admitirse- son de superior calidad y mas baratos que los procesados en el país, según declaraciones publicas de sus portavoces Ulises de Veras, Eric Rivero y Miguel Laureano.
La verdad es que el modelo económico dominicano sigue el patrón de la globalización internacional vigente, el libre mercado, sistema de comercialización competitiva donde rige la oferta y la demanda desprovisto de la influencia reguladora o el control de precios estatal, que impide al Gobierno aplicar medidas proteccionistas obligándolo a permitir la libre importación de mercaderías.
El resultado de la globalización es la quiebra del productor nacional desprotetido, pues aunque en el libre mercado el Gobierno no fija o regula precios, la implementación efectiva del referido sistema requiere que entre los participantes de toda transacción comercial no exista la competencia desleal, ni coerción, ni fraude, de modo que todas las operaciones sean moralmente voluntarias, con información objetiva y otras garantías para la legítima competencia, libre y transparente.
La importación de quesos subsidiados es una competencia desleal que amenaza al fabricante dominicano. ¿Por qué Danilo Medina no los subsidia?