Una compañera, a la que tocó cubrir las incidencias de las elecciones en el Gran Santo Domingo, me pidió que les comentara sobre el daño que a su juicio le han hecho los políticos a la población, alarmada por la gran cantidad de personas que dijo estar a la espera de que los “motivaran” para decidirse a votar. Y no fue la única en constatar lo que estaba a la vista del que quiso verlo, sobre todo en los barrios, donde la gente se aglomeraba en los alrededores de los recintos electorales. “¿Cuánto es que están dando para votar”?, “¿Quién es que está dando los chelitos”?, “¡Yo no vine aquí para que me salgan con 300 pesos!”.
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Son algunas de las frases que recogió el reportero de El Nacional Jorge González, quien destacó que en esta ocasión, como se prohibió la instalación de carpas para distribuir la “logística”, los compradores de cédulas operaban desde vehículos o cerca de los puestos de ventas de comida. Pero eso no impidió que tomaran nota los observadores de Participación Ciudadana, que en su informe preliminar reportaron “indicadores preocupantes” de compra de votos o cédulas durante las elecciones, así como de proselitismo político en el entorno de los centros de votación.
Según el informe del capítulo dominicano de Transparencia Internacional, el oficialista PRM participó en esa práctica en un 15%, seguido del PLD con un 11%, la Fuerza del Pueblo, que antes de que terminaran las votaciones depositó en la JCE una instancia denunciando más de cien “irregularidades”, lo hizo un 7%, y el PRD del jacho apagao con un 4.5%. Como ha vuelto a demostrarse una vez más se trata de una práctica normalizada por los principales partidos, pero también por muchos ciudadanos, que ya esperan, para decidirse a votar, que aparezca un político repartiendo la logística. Que nos va a dar mucho trabajo erradicar, hay que decirlo y reconocerlo, pues su poder corruptor ha convertido el voto de un sector de la población en una mercancía que se pone a la venta cada cuatro años.