Sin importar la naturaleza de los sistemas, la comunicación siempre ha sido considerada como el medio idóneo para establecer y mantener la cohesión, cooperación e integración entre cada una de las partes que repercuten en el logro de las metas y objetivos que se pretenden concretar. En este orden, existen muchas y variadas evidencias con respecto al rol protagónico que juega la comunicación, tanto una vía segura y confiable para mantener cohesionadas a las instancias que integran el todo (sistema).
Hoy más que nunca, las sociedades, organizaciones y marcas que operan bajo los lineamientos y principios generales de los sistemas, para poder alcanzar determinados resultados requerirán el apoyo continuo y consciente de un talento humano con las competencias, habilidades y experiencias probadas en el diseño, aplicación y control de estrategias y actividades de comunicación, con el propósito deliberado de cohesionar, empoderar y adherir a los actores que participarán en el proceso de logro de resultados tangibles e intangibles. Sin comunicación efectiva, es casi imposible alcanzar la cohesión social, política, gubernamental, laboral, etcétera.
Como se sabe, la cohesión es la acción de adherirse las cosas entre sí. Para asegurar la cohesión y cooperación del sistema organizacional, es imprescindible que el talento humano responsable de planificar, gestionar y controlar las estrategias y actividades internas y externas de comunicación posee un marco referencial preciso de los principios que determinan la forma de operar de los sistemas. El talento humano de comunicación jamás puede actuar como lo hace el caballo cochero, el que por su naturaleza está obligado a mirar y caminar hacia la dirección que se le impone.
Cuando el Director de Comunicación (Dircom) de una organización o marca, por desconocimiento de la teoría general de los sistemas, se empeña en dirigir las acciones de comunicación hacia un solo lugar, lo más normal es que el fraccionamiento, la dispersión y la falta de cooperación a lo interno del sistema terminen limitando la presencia de la cohesión entre las partes que integran el todo. Difícilmente, la cohesión efectiva, productiva y sostenible se logre mediante la utilización de mecanismos represivos, excluyentes y hegemónicos. En este ámbito, la comunicación democrática y participativa, siempre será el medio más seguro y efectivo para establecer y mantener la cohesión, tanto dentro como fuera de las organizaciones.
Con frecuencia, al interior de los subsistemas (áreas, departamentos, unidades, divisiones, etc.) ocurren, de manera continua, muchas, variadas e interesantes historias. Algunas de ellas afectan positiva o negativamente el desempeño general de las organizaciones. En este sentido, el talento humano de comunicación incurre en un gravísimo error cada vez que obvia determinados eventos y acontecimientos, por el simple hecho de haber ocurrido en un área con poca o ninguna jerarquía. Todo cuanto hacen las partes tiene valor e importancia para el todo. Los Dircom que carecen de pensamiento global, tienden a ocuparse solo de aquellas estructuras de altos niveles jerárquicos.
En las empresas, instituciones y marcas que funcionan como sistemas abiertos, el talento humano responsable de gestionar la comunicación interna de ellas tiene que ser capaz de diseñar, aplicar y controlar estrategias y actividades creativas que ayuden a cohesionar a los colaboradores internos, en función a la misión, visión, valores, principios, objetivos, políticas, procesos, procedimientos y las normas que rigen el quehacer organizacional. Sin duda alguna, para concretar la cohesión efectiva entre las partes que integran el todo, es imprescindible contar con medios y acciones de comunicación organizacional. Es imposible unificar los intereses individuales del talento humano con el marco o plan estratégico institucional, al margen de esfuerzos comunicacionales creíbles y efectivos.
La comunicación interna es un proceso estratégico, transversal y dinámico, el cual facilita que los demás procesos fluyan por la ruta correcta. Dicho en otras palabras, la integración, el empoderamiento, la motivación, la empatía y la participación, en cualquier ámbito, solo se pueden concretizar si existe un talento humano con competencias y habilidades para planificar, ejecutar y controlar las estrategias y actividades comunicacionales desde la lógica que caracteriza la dinámica de los sistemas abiertos. Las sociedades, los Estados, los gobiernos, las organizaciones y las marcas requieren de estrategias comunicacionales que cohesionen sus respectivos grupos estratégicos y de interés.
Los Dircom que actúan como si fuesen caballos cocheros, carecen de actitud y humildad para conocer, analizar y visibilizar las historias y eventos que tienen como lugar los subsistemas con escaso nivel jerárquico. En ocasiones, las historias de más alto valor humano se producen en las áreas, departamentos y unidades con menos dosis de jerarquía. Por ejemplo, servicios generales, mantenimiento, archivo y correspondencia, transportación, entre otros. El pensamiento inclusivo de los Dircom es fundamental para poder regentar la comunicación organizacional desde los principios que sustentan la teoría general de los sistemas.
En resumidas cuentas, el medio más seguro para lograr la cohesión, sinergia y articulación entre los que interactúan de manera cotidiana alrededor de una misma misión, visión, valores, principios, objetivos, políticas, procesos, procedimientos y normas, es sin duda, planificando, gestionando y controlando distintas acciones provenientes de la comunicación sistémica. En definitiva, la cooperación, el empoderamiento, el compromiso y la colaboración entre las estructuras orgánicas que conforman los sistemas, solo se logran con una gestión estratégica y transversal de la comunicación interna. Por más grande que sea el apego, la gratitud y la lealtad de los Dircom a los directivos y ejecutivos de alta jerarquía, jamás deberían olvidar que tan solo una de las partes puede afectar al todo.