La comunicación pierde su esencia social en la medida que el poder político y corporativo la convierten en guardián de sus intereses y propósitos. Para lograr que la comunicación masiva contribuya a crear una ciudadanía crítica y empoderada, es necesario que los propietarios y ejecutivos de los medios, pongan más interés a la función social de la comunicación, que a la de acumular riquezas.
La mayoría de los mensajes o contenidos que actualmente se difunden por los medios masivos de comunicación, no están facilitando que los ciudadanos mejoren su nivel de educación. El poder de la comunicación masiva no debe ser usado para esclavizar e idiotizar a los que se les ha negado el derecho a recibir una educación liberadora y transformadora. La esencia de la comunicación, en cualquiera de sus modalidades, consiste en facilitar la humanización de las sociedades, las empresas e instituciones. Además, es un medio para prevenir conflictos, establecer climas inclusivos y generar confianza.
El avance de la tecnología ha permitido que los contenidos que difunden los medios de comunicación penetren con facilidad a los hogares de las familias dominicanas. En este sentido, el uso ético y responsable de la comunicación mediática puede contribuir a que las audiencias sociales se conviertan en sujetos conscientes y trasformadores de sus propias realidades. La comunicación es un eje transversal que influye en las relaciones humanas, sociales, comerciales, laborales, etc.
El poder de la comunicación masiva es demasiado importante como para ponerlo al servicio de causas que dañan los intereses colectivos. Hay que lograr que los mensajes de la comunicación mediática ayuden a los ciudadanos a tomar buenas decisiones y actuar como sujetos críticos. La comunicación solo sirve para crear y mantener democracias de mala calidad y para justificar la desigualdad social.