Mucho antes de su conmovedora revelación de que fue violado de niño o de las denuncias de abusos sexuales que pesaban sobre él, el escritor Junot Díaz era una figura pionera y polémica.
Es uno de los pocos hispanos prominentes en la literatura en inglés, que se hizo de una reputación a partir de relatos en los que abundan las relaciones sexuales sin un consentimiento claro, víctimas que quieren ser víctimas y personajes que buscan relaciones poco saludables.
Las tramas se asemejan a menudo a las historias de la vida real que describen sus acusadoras. Las mujeres, envalentonadas en parte por el movimiento #yotambién, aumentaron su notoriedad con sus denuncias de comportamiento abusivo.
Hablan de besos por la fuerza y de agresiones verbales, y dejaron a la comunidad literaria y los círculos académicos tratando de entender lo que sucedió con uno de los autores de grupos minoritarios más aclamados de su generación.
«No se puede sobreestimar la prominencia que tenía», expresó Melissa González, profesora del Davidson College de Carolina del Norte. «Es uno de los pocos hispanos que no solo fue canonizado, sino que tiene una voz muy importante».
Díaz no respondió a pedidos de comentarios de la Associated Press. Pero declaró a The New York Times que asume la responsabilidad por lo que hizo en el pasado. «Estoy prestando atención a las historias de las mujeres y aprendiendo de ellas en este momento cultural esencial y tan necesario», expresó.
«Debemos seguir enseñándoles a los hombres acerca del consentimiento y de los límites» que fija la otra persona. Autor de origen dominicano de 49 años que mezcla el español y el inglés en su prosa, Díaz rompió muchas barreras en el mundo literario.
Inmigró a Nueva Jersey a los seis años y llegó a ser un profesor y laureado escritor, desafiando la ley de las probabilidades. Figuró en 1999 en la lista de «20 por debajo de los 40» (20 Under 40) de la revista The New Yorker, que destaca a personalidades notables menores de 40 años.
Por entonces ya había publicado su primera colección de cuentos, «Drown». En el 2008 ganó el Premio Pulitzer por su primera novela, «La breve y maravillosa vida de Óscar Wao». En el 2012 recibió una beca MacArthur para genios y su segunda colección de cuentos, «Así es cómo la pierdes», fue incluida en la lista de «100 libros notables» del New York Times.
Díaz pasó a ser una figura muy requerida por profesores, que recomendaban a sus estudiantes sus libros para que se diesen cuenta de lo diversa que podía ser la literatura estadounidense, según Joseph George, profesor de la Universidad de Carolina del Norte-Greensboro.
«En lo personal, me interesa la forma en que pone al descubierto el ego masculino», dijo George. «Suena ridículo decir esto ahora, pero siempre lo vi como una confesión, una deconstrucción que debemos observar sobre las razones por las que los hombres piensan así».
George siempre asignaba el libro de Díaz «Cómo salir con una muchacha morena (negra, blanca o mezcla)». A algunos estudiantes ya les molestaba el título y decían que el narrador les parecía repugnante». George, un hombre blanco que dice que jamás padeció abusos sexuales, ahora no se siente inclinado a incluir a Díaz en sus clases.
«No soy la persona indicada para enseñar eso, al menos por ahora», explicó. «Hace falta otro nivel de experiencias y otra sensibilidad». No está solo. Greg Barnhisel, profesor de inglés de la Universidad Duquense de Pittsburgh, optó por no incluir libros de Díaz en el próximo año académico.
No quiere perder tiempo analizando la vida personal de Díaz en lugar de enfocándose en la literatura. Las acusaciones contra Díaz comenzaron en un panel en el Festival de Escritores de Sydney el 4 de mayo, cuando la escritora Zinzi Clemmons le echó en cara la forma en que la habría maltratado cuando ella era estudiante.
Horas después de que Clemmons dijese en un tuit que Díaz la había arrinconado y la había besado por la fuerza hace seis años, otra mujer denunció en las redes sociales los abusos de palabra y la misoginia que le atribuye a Díaz.
Antes de que saliesen a la luz esas denuncias, Díaz había publicado un relato de los abusos que padeció de niño y el mes pasado dijo en The New Yorker que había sido violado repetidamente cuando tenía ocho años. Clemmons dijo en una declaración escrita enviada a la AP que es hora de que Díaz «lidie con las consecuencias de sus acciones». «No en un ensayo interesado, sino haciendo a un lado parte de lo que ha acumulado al comportarse de esta manera», acotó. Las reacciones no se hicieron esperar.
El Instituto de Tecnología de Massachusetts, donde enseña, está investigando el asunto, lo mismo que la Junta del Premio Pulitzer. Si bien algunos lectores han expresado su desencanto ante las denuncias, algunos ven el escándalo como una oportunidad para que otros escritores hispanos cobren notoriedad.
«Su presencia literaria acaparaba toda la atención», afirmó González, la profesora de Davidson. «Buena parte del malestar que hay ahora obedece a eso».