PUERTO PRÍNCIPE. Yaisah Val hace poco subió un video en YouTube anunciando que era una mujer transgénero, proceder potencialmente riesgoso en un país como Haití donde las personas LGBT enfrentan una constante hostilidad en la mayoría de las esferas de la vida pública.
Dos iniciativas de ley anti-LGBT están pendientes en el Parlamento. Las principales iglesias mantienen firmes sus condenas a la homosexualidad. Las personas gay en Haití sufren frecuentes agresiones y acoso, y la policía a menudo es indiferente hacia las víctimas de la violencia anti-gay.
«Yo le había avisado antes a mi familia», dijo Val a The Associated Press en referencia a su decisión de publicitar su sexualidad. «Lo que me dijeron fue: ’Te van a lapidar’».
Al contrario, Val afirma que ha creado una base de partidarios: muchas personas que no son gay y madres agradecidas que la ven como un modelo para sus hijas transgénero. Algunos transeúntes la reconocen en la calle y le piden fotografiarse con ellos. Y en fecha reciente asistió a una reunión en Washington, D.C., como parte de una delegación que intenta fortalecer los derechos de las personas LGBT en América Latina y el Caribe.
Su situación pone de relieve las dificultades de los derechos de la comunidad LGBT en las naciones caribeñas como Haití, donde reina una enraizada oposición cultural a las personas gay. Val y otros activistas, que pugnan por mayor igualdad y acceso a la educación, han tenido cierta acogida entre la sociedad civil, incluso en programas apoyados por la primera dama de Haití.
Val y los demás activistas saben que se trata de una lucha cuesta arriba en un país con un severo estigma anti-gay: la tasa de prevalencia del VIH entre los homosexuales es nueve veces más alta que entre la población adulta en general.
La Fundación SEROvie, que desde hace 20 años provee tratamiento y servicios de prevención gratuitos contra el VIH a los haitianos LGBT, afirma que muchos hombres gay y bisexuales evitan a los médicos por temor al maltrato o a que se revele su sexualidad. El director ejecutivo Reginald Dupont dijo que varios hombres se han suicidado en la ciudad de Jeremie después hacerse público que tenían VIH.
Como medida de precaución contra el acoso, la principal clínica de la fundación no tiene en el exterior letrero alguno que la identifique en Puerto Príncipe.
Este lugar es un inmueble de dos niveles en un vecindario en el que se encuentran diversas organizaciones internacionales.
El complejo incluye un albergue de emergencia en el patio posterior donde las víctimas de violencia y acoso antigay pueden permanecer hasta dos semanas. El año pasado tuvo una gran actividad, dijo el personal, cuando los debates en el Senado sobre las iniciativas antigay propiciaron una oleada de agresiones.
Según las estadísticas más recientes de UNAIDS la agencia de Naciones Unidas que combate el VIH y el sida-, alrededor de 2,1% de los adultos haitianos tienen VIH, mientras que la tasa de prevalencia entre los hombres gay y bisexuales es de 18,2%.
La tasa general de prevalencia del VIH, aunque figura entre las más altas en el Hemisferio Occidental, tuvo un marcado descenso en comparación con hace una década. La UNAIDS afirma que los nuevos casos de VIH y las muertes relacionadas con sida disminuyeron alrededor de 25% por igual desde 2010.
Sin embargo, será difícil lograr mayores avances sin enfrentar una tasa de infección persistentemente alta entre las personas gay y bisexuales, dijo el doctor Jean William Pape, fundador de la mayor organización contra el VIH/SIDA en 1982, y que también da clases en el Colegio Médico Weill Cornell en la Ciudad de Nueva York.
Los prejuicios anti-gay prevalecen entre los proveedores de salud, dijo Pape, que relató cómo un miembro de su personal se quejó de la apariencia extravagante de algunos hombres gay.