HANÓI. El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un _mandatarios de dos naciones hostiles_ iniciaron el miércoles su segunda cumbre con sonrisas, palabras de esperanza y una cena amistosa que preparó el escenario para las arduas conversaciones previstas sobre el armamento nuclear de Corea del Norte.
En medio del escepticismo generalizado de que puedan resolver un problema que ha resultado insoluble para generaciones de diplomáticos y funcionarios, los dos hombres sonrieron y se estrecharon las manos frente a una hilera de banderas estadounidenses y norcoreanas alternadas antes de conversar media hora en privado. Las conversaciones continuarán el jueves.
“Espero que se resuelvan muchas cosas”, dijo Trump al inicio de la cena. “Creo que esto conducirá a una situación maravillosa, realmente maravillosa, en el largo plazo”.
Por su parte, Kim dijo que su país ha sido objeto de “malentendidos” y “desconfianza” durante mucho tiempo.
“Se han hecho esfuerzos, sea por hostilidad o no, para bloquear el camino que queremos tomar”, dijo. “Pero los hemos superado y vuelto a caminar el uno hacia el otro y hemos llegado a Hanói 261 días después” del primer encuentro en Singapur.
“Hemos vuelto a reunirnos y confío en obtener los grandes resultados que complacerán a todos”.
A pesar de las declaraciones optimistas frente a las cámaras, existía el temor generalizado de que Trump, ávido de llegar a un acuerdo, concedería demasiado y recibiría poco a cambio: tal vez una declaración de paz que el Norte pudiera aprovechar luego para reclamar la reducción de las fuerzas estadounidenses en Corea del Sur o un levantamiento parcial de sanciones que permitiera a Pyongyang desarrollar proyectos rentables con el Sur.