La noticia no podía llegar en peor momento, y hasta podría considerarse, precisamente por eso, imprudente e inoportuna, pero aunque la verdad sea mala de ver, y en este caso también difícil de enfrentar, es preferible asumirla con todas sus consecuencias que seguir comportándonos como si ese problema no estuviera ahí, simple y sencillamente porque se nos acaba el tiempo para actuar antes de que sea demasiado tarde para hacer cualquier cosa.
Por eso han provocado comprensible alarma las declaraciones del Director General de Migración, Enrique García, declarándose con las manos atadas para regularizar a los nacionales haitianos que se encuentran de manera ilegal en la República Dominicana, como exige el plazo fatal de 90 días que dio el Consejo Nacional de Migración como parte de las medidas que procuran “endurecer” las restricciones y controles sobre nuestros vecinos, debido a que la inmensa mayoría carece de documentos.
Desde luego, como todo lo que tiene que ver con una migración a la que no se le han buscado las soluciones oportunas y con la firmeza necesaria, esa situación se ha convertido en un problema que ha crecido exponencialmente hasta hacerse inmanejable, pues como señaló el Director de Migración en su encuentro con productores de tabaco de Santiago, a los que exhortó a que traten de contratar haitianos que tengan por lo menos pasaporte, hay sectores económicos que dependen de esa mano de obra ilegal hasta en un 95%.
¿Cómo se va a resolver el problema? Esa es la pregunta del millón, para decirlo con las mismas palabras que utilizó el funcionario, que ojalá caiga en la cuenta, mientras le busca respuesta a esa difícil pregunta, que nos queda poco tiempo para acabar de resolver ese problema antes de que el problema acabe con nosotros.