La falta de higiene, de estrecha relación a descuidos personales, tiene coadyuvantes sociales a tomar muy en cuenta en República Dominicana cada vez que es crucial la prevención de enfermedades gastrointestinales y este es uno de esos momentos a causa de la bacteria Vibrio cholerae. Sin énfasis en las recomendaciones a seguir en términos epidemiológicos, las infecciones por cólera podrían moverse hacia muchos habitantes del país desde su todavía limitada condición de brote. En primer término, las principales directrices están subordinadas a disponer de agua potable y jabón para preservar limpieza y de medios para cocer alimentos libres de microbios. Se trata de elementos de protección de los que todavía sigue exceptuada una parte de la población que podría acoger la enfermedad por mucho tiempo si no se completa una efectiva vacunación de las personas más expuestas ni se logra motivarlas a, en gran medida, purificar el agua por sus propios medios.
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El ideal de saneamiento con apropiada disposición final de la basura es conquista pendiente en gran parte del país (y hasta en la misma Capital se repiten las crisis ambientales de montones de desperdicios urbanos). Alrededor de 100 mil familias de 5 o más miembros habitan en pisos de tierra. Casi una quinta parte de la población carece de agua de acueducto en sus hábitats y un segmento de inmigrantes de bajo nivel de vida convive con la pobreza de dominicanos y fácilmente viaja y regresa de su patria, preocupante asiento del cólera.