Por Julio Ravelo Astacio
Como todo en la vida, la salud mental viene a ser elemento trascendente en el accionar de los conductores: la tranquilidad emocional y el compromiso que conlleva conducir un vehículo que potencialmente es un arma, y como tal, pudiera herir o quitarle la vida a usted u otras personas. Demanda de una dosis alta de estabilidad emocional y compromiso social.
Las emociones influyen de manera significativa en el acto de conducir, pudiendo reducir los niveles de concentración generando un manejo inseguro. El estado anímico del conductor, depresivo o con una alegría excesiva, con grados considerables de ansiedad, ira, inseguridad, pronunciado estrés, entre otros, son condiciones que desfavorecen una buena conducción.
Sabemos que una persona estresada se torna más agresiva, más irritable. En consecuencia, estaría mermando sus capacidades para su propio control y del volante que lleva en sus manos.
El miedo como parte de nuestras reacciones puede ser positivo o negativo. Cuando se tiene temor positivo, aparecen sensaciones que la persona puede controlar cuando las racionaliza y así sus decisiones serán las más adecuadas. El miedo negativo provoca cierta incapacidad para la toma de decisiones. En casos en que el miedo esté más acentuado, puede producir casos de fobia, llegando a impedir el manejo de vehículos o tanto miedo que los lleva a un manejo temeroso e inseguro.
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Las emociones pueden llevar a un manejo temerario, con excesos de velocidad, congestionamientos, peligrosidad de la vía, frenazos bruscos, maniobras arriesgadas al desplazarse, cambio de carril o intentos de rebasar, aunque no haya el espacio, o venir desde atrás para colocarse por la fuerza delante del otro conductor. Los famosos “cortes pastelitos”, que dejan a cualquiera boquiabierto por el atrevimiento y la desfachatez con que se realizan.
Recordar siempre que, al conducir de manera agresiva e irresponsable, puedes estar arriesgando tu vida y la de los demás. Que luego de ocurrido el accidente sólo quedan las lamentaciones, o el ¿por qué no hice tal o cual cosa? Pero ya es tarde, los hechos, la realidad están ahí. A veces, ni tenemos la oportunidad de saberlo, pero de todos modos les dejamos a los familiares y amigos de herencia luto, sufrimiento y dolor que unos minutos de irresponsabilidad o soberbia desencadenaron.
Al conducir debemos poner en práctica valores que contribuyan a la buena convivencia, respeto por sí mismo, por los demás, respeto al derecho del otro.
A modo de sugerencias: conociendo en toda su dimensión las terribles consecuencias que para la sociedad tienen los accidentes de tránsito:
-Provocar una campaña nacional de concientización.
-El Gobierno central, INTRANT, sector privado, partidos políticos, las iglesias, grupos organizados, prensa, TV, redes sociales, deportistas, sector cultura, ministerios de Obras Públicas, Salud Pública, Educación, de la Juventud, de la Mujer; universidades, Congreso Nacional, Sindicatos de transporte, deben asumir con seriedad este desafío y emplear parte de sus espacios y recursos para crear conciencia y solicitar la acción solidaria de toda la población.
Por ello insistir en la educación sobre este particular aspecto, debe ser compromiso de la sociedad toda. Cada quien aportando solución a esta grave situación que al final nos duele a todos.
Insistir en la orientación en escuelas y colegios, conocedores de que los niños con su ingenuidad propia de la edad pueden ayudar a los padres al criticar o comentar sobre la conducción temeraria.
Ningún esfuerzo, ninguna acción puede ser descartada. Vinculando todas las acciones para educar a la gente a las medidas punitivas correspondientes.
Quien maneja una patana, un autobús, una motocicleta o un carro del año son por igual padres y madres de familia. Por lo tanto, todos somos responsables ante la ley de las violaciones que se pudieran cometer. Conocemos que muchos dominicanos que emigran o viajan al exterior se tornan respetuosos de los semáforos y las señales del tránsito en esos países, y sabemos que ello se debe a que en esos lugares se aplica la ley sin importar padrinos, apellidos, cargo público o rango militar.
No debemos permitir tantas pérdidas humanas y tanto sufrir por el accionar irresponsable de unos cuantos. El esfuerzo y la continuidad en la concientización de la ciudadanía seguro nos dará positivos resultados. Esta es importante tarea.