Vidalitá por las dudas
— de Mario Benedetti —
Las voces de abajo
vidalitá
están casi mudas
pero los gendarmes
vidalitá
matan por las dudas
no saben en dónde
vidalitá
se enredó el enredo
por las dudas llevan
vidalitá
chalecos de miedo
dudan los dudosos
vidalitá
duda poca gente
dudan los esbirros
vidalitá
duda el presidente
pero si supieran
vidalitá
lo que el pueblo sabe
ya no dudarían
vidalitá
que duda te cabe
conseguir lo justo
vidalitá
cuesta dios y ayuda
pero se consigue
vidalitá
no te quepa duda
yo tan sólo dudo
vidalitá
cuando es más barato
si para mañana
vidalitá
o dentro de un rato.
Hace unos días que el Grupo de Trabajo entregó al Presidente de la República y a la comunidad nacional nuestro informe, en el cual se presentó un diagnóstico y una serie de recomendaciones. Este grupo fue creado por el Poder Ejecutivo el 6 de abril de este año mediante el Decreto 211-21. La disposición presidencial designaba a 21 ciudadanos representativos de diversos sectores sociales, especificando que su tarea era completamente honorífica.
Se buscaba que diferentes sectores representativos de la sociedad recomendaran políticas públicas, que contribuyeran al fortalecimiento de la institución policial, pero sobre todo al mejoramiento del clima de seguridad ciudadana. Los objetivos específicos indicados en el decreto eran los siguientes: sugerir las características deseables en el perfil de los nuevos miembros de la Policía Nacional; recomendar las modificaciones legales necesarias para el fortalecimiento institucional de la Policía Nacional; promover la aprobación de los reglamentos institucionales pendientes; recomendar la reforma del sistema de reparto para los miembros de la Policía Nacional; sugerir la creación y actualización de los protocolos necesarios a fin de lograr una cultura policial basada en el servicio a la ciudadanía, en la ética y en la protección a los derechos humanos; formular recomendaciones para alcanzar un régimen de sanciones adecuado para los miembros de la Policía Nacional que incurran en faltas, siguiendo siempre el debido proceso; y dar seguimiento a todos los procesos sancionadores que se lleven contra los miembros de la Policía Nacional por la comisión de faltas graves.
La noche del domingo 4 de abril recibí una llamada del Ministerio de Interior y Policía, uno de sus viceministros, amigo de larga data, me informaba que había sido escogida para formar parte de ese grupo de trabajo. Mi marido Rafael y yo estábamos sentados en nuestras mecedoras viendo tranquilamente una serie de televisión. Le respondí amablemente agradecida por la distinción, pero le pedí que me dejara pensarlo. No era un buen momento para mí. Había sido operada de ambas rodillas tres semanas antes. Tampoco era una buena coyuntura en el país: pocos días antes habían sido asesinados a manos de la Policía una pareja de pastores evangélicos en las inmediaciones de Villa Altagracia.
Mi esposo y yo evaluamos la situación.
Le decía que desde esta columna había hecho críticas fuertes a la corrupción y desorganización existente en los organismos de seguridad; así como a las posiciones de los presidentes dominicanos que no habían asumido el tema con responsabilidad.
Después de ver los pros y contras, decidí participar.
El martes 6 de abril se hizo un acto en el Palacio. Fue breve y significativo. Se leyó el decreto. No conocía a todos los integrantes. Durante esos minutos que duró la lectura, mi alma se estremecía. ¿Cómo vamos a trabajar en el corazón de un organismo en el que toda la ciudadanía desconfía? ¿Cómo vamos a adentrarnos y ligarnos con los miembros de los estamentos de dirección, si no existe confianza en sus palabras?
Las dudas me atormentaban grandemente. Mi corazón estaba acelerado. Mi alma angustiada. Y mis pensamientos se agolpaban unos contra otros. Cuando salí, casi gateando del dolor que tenía en ambas rodillas, estaba hecha un manojo de ansiedades y angustias. Lo peor fue que no pude integrarme al grupo hasta un mes después. Debía antes recuperarme y hacer terapias.
En la primera reunión que participé, era presencial en un salón del Ministerio de Interior y Policía. Me quedé observando. Había leído las actas de las reuniones celebradas, pero no conocía la dinámica. Estaba también aprehensiva por el tema del COVID-19 y las posibilidades de contagio. Decidimos hacer las reuniones virtuales. Con el tiempo, me adapté y comencé a participar activamente.
Confieso que hoy, a pesar de largos meses de intenso trabajo, de tener reuniones y contactos con todos los niveles de la Policía Nacional, mantengo mis dudas. Los problemas son graves y profundos que ameritan grandes soluciones. ¿Quién le va a poner el cascabel al gato? Ojalá que las propuestas que hizo nuestro grupo se hagan realidad.
Finalizo con este artículo mi serie de Encuentros del 2021. Volveré en el 2022, pero tomaré un receso necesario para descansar y dedicarme a leer y escribir sin las prisas de las entregas. Les deseo a todos que pasemos las fiestas en familia. Que nuestros sueños se realicen y que tratemos de no pensar en nuestras individuales realidades, sino también tomando en cuenta la realidad que nos rodea.
Los mejores regalos que quiero recibir son quimeras: un mundo sin corrupción; una educación que funcione; políticos honestos; Policía seria, honrada y cercana a la sociedad civil; empresarios que no piensen solo en el ganar y ayuden de corazón a quienes más lo necesitan; jóvenes con sueños más allá de lo inmediato; una verdadera política global de preservación del medio ambiente; en fin, en fin, en fin, quiero un mundo mejor. Creo que ni Santa Claus ni el Niño Jesús podrán cargar esos inmensos regalos no solo para mí, sino para toda la sociedad. Amén.