Colombian President Juan Manuel Santos (L) and the head of the FARC guerrilla Timoleon Jimenez, aka Timochenko, shake hands during the second signing of the historic peace agreement between the Colombian government and the Revolutionary Armed Forces of Colombia (FARC), at the Colon Theater in Bogota, Colombia, on November 24, 2016. Under pressure for fear that a fragile ceasefire could break down, the government and the Revolutionary Armed Forces of Colombia (FARC) sign the new deal and immediately take it to Congress. The plan bypasses a vote by the Colombian people after they unexpectedly rejected the first version of the deal in a referendum last month. The accord aims to end Latin America's last major armed conflict. But opponents say it is too soft on the leftist FARC force, blamed for many thousands of killings and kidnappings. / AFP / LUIS ROBAYO
Después de 52 años de guerra, cuatro de negociaciones y una derrota en un referendo, el Congreso de Colombia alcanzó el miércoles —sin el apoyo de la oposición— un acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC que da inicio al desarme de la guerrilla y su paso a la política. El texto de 310 páginas, firmado por las partes el 24 de noviembre en Bogotá, fue aprobado por unanimidad, y sin los votos de sus detractores, en una plenaria que se extendió durante dos largas jornadas: el martes en el Senado y el miércoles en la Cámara de Representantes. Los representantes del “No”, que consiguieron detener el documento anterior con una victoria en el plebiscito del 2 de octubre, se levantaron de sus curules tras la discusión y estuvieron ausentes. El nuevo acuerdo incluye propuestas de este grupo encabezado por el expresidente Álvaro Uribe, pero deja intactas las cuestiones que los opositores consideraban determinantes: no contempla cárcel para los guerrilleros y les permite participar en política. El presidente Juan Manuel Santos dijo que en cinco días empezará el traslado de los 8,000 rebeldes.