Miles de cristianos participan en el Jueves Santo de Jerusalén, rememorando el Lavatorio de Pies de Jesús a sus discípulos y la Hora Santa en el Huerto de Getsemaní, en las faldas del Monte de los Olivos.
Tierra Santa revive las últimas horas de Jesús durante una jornada considerada «infinita» que comenzó con una misa temprana en la Basílica del Santo Sepulcro, dentro de la ciudad amurallada.
Este año se unieron cristianos orientales y occidentales ya que, de forma excepcional, coinciden la Pascua católica y la ortodoxa.
El administrador del Patriarcado Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, y el patriarca de la Iglesia Ortodoxa, Teófilos III, participaron en la simbólica ceremonia del «Lavatorio de los pies» como hiciera Jesús con sus discípulos hace más de dos mil años, según narran los Evangelios.
Tras la liturgia, las puertas de la Basílica del Santo Sepulcro quedaron cerradas y solo se abrieron en un par de ocasiones por escasos minutos que los fieles, que se mantenían orando, aprovecharon para salir y continuar el recorrido.