Este próximo domingo, 16 de octubre, el PLD enfrenta una prueba crucial: realizarán una consulta para escoger la precandidatura presidencial de ese partido para las elecciones de 2004. Si sobrepasan la prueba en orden y armonía, podrán impulsar la agenda del partido. Si no, seguirán el camino del declive. En juego está no solo el futuro del PLD, sino también la configuración del sistema partidario y del sistema político del país.
La fortaleza del sistema de partidos dominicano ha sido crucial para la estabilidad política. El proceso no ha sido lineal ni está en su mejor momento, pero mal que bien, desde 1978, y, sobre todo, desde 1996, el sistema de partidos ha operado en un marco de cierta competitividad electoral que ha permitido elegir gobiernos.
Cuando eso falta, la política deviene cada vez más autoritaria como muestran los diversos países donde se ha desplomado el sistema de partidos.
En la República Dominicana, de 1978 a 1990 dominó el bipartidismo con el PRSC y el PRD a la cabeza. A partir de 1990 se estableció un tripartidismo con la incursión electoral del PLD, que se prolongó hasta el año 2000, últimas elecciones en las que participó Joaquín Balaguer (murió en el 2002).
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A partir del 2004 volvió a establecerse un bipartidismo con el PLD y el PRD como partidos principales del sistema, mientras el PRSC fue decayendo, hasta recibir un ínfimo 1.80% de los votos en el 2020. El PLD absorbió la mayor parte de la masa electoral reformista.
El PRD tampoco pudo transitar por buen camino. Se dividió en el 2013 y la mayor parte de su dirigencia pasó a formar el PRM, hoy partido de Gobierno.
De 2004 al 2020, el PLD funcionó como partido dominante por el declive persistente del PRSC y la división del PRD. Eso llegó a su fin con la derrota electoral del 2020, antecedida por la división en octubre de 2019. De esa división salió la Fuerza del Pueblo que dirige Leonel Fernández.
En la consulta del PLD de este domingo se presentan dos escenarios posibles: que los perdedores acepten al ganador/a, o que algún perdedor/a cuestione el resultado y se marche.
En el primer escenario, el PLD estaría dando un paso importante en su proceso de reorganización y fortalecimiento electoral. En el segundo, el PLD se debilitaría más y se alejaría la posibilidad de competir de manera efectiva en las elecciones del 2024.
Mientras más holgados sean los resultados entre la primera y segunda posición, mayor probabilidad de que los perdedores acepten su derrota. Mientras más apretados sean los resultados, mayor probabilidad de tensión y posibles rupturas.
Una nueva división del PLD en esta coyuntura presentaría un escenario muy favorable para la reelección del PRM, y para el crecimiento de la Fuerza del Pueblo que depende de la cantera peledeísta.
En manos de la dirigencia y sus aspirantes a la precandidatura presidencial está el futuro inmediato del PLD. Sus opciones son trabajar unidos y recomponerse, o dividirse y seguir un proceso de declive similar al PRSC.